Image: El último trayecto de Horacio Dos

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Novela

El último trayecto de Horacio Dos

Eduardo Mendoza

26 septiembre, 2002 02:00

Eduardo Mendoza. Foto: Mercedes Rodríguez

Seix Barral. Barcelona, 2002. 192 págs. 16 euros

Desde la positiva recepción crítica y el éxito entre los lectores de La verdad sobre el caso Savolta (1975), Eduardo Mendoza ha gozado de un merecido prestigio como novelista que entonces supo ver los cambios que en la narrativa española iban a producirse y a los que él contribuyó con varias obras que, aun en su diversidad, han corroborado su talento de narrador especialmente dotado con el don de contar.

En los últimos años el autor barcelónés ha insistido en vaticinar el fin de la novela, tal vez como hasta ahora la entendemos (si hubiera una forma excluyente de entenderla). Y sin embargo, Mendoza, por fortuna, ha seguido publicando con éxito novelas interesantes que han atraído la atención de varias generaciones de lectores con diferentes exigencias estéticas. Bastará, para comprobarlo, el mero recuerdo de La aventura del tocador de señoras (2001).

El último trayecto de Horacio Dos constituye un divertimento que se presenta como alegoría futurista montada sobre el esquema de un viaje espacial en el que los extraños tripulantes y pasajeros viven disparatadas experiencias que, mediante la ironía y el humor, descubren una crítica de la sociedad presente. La novela se inserta en el género de la ciencia ficción y adopta la forma de un diario de a bordo que su narrador y protagonista considera como un "grato Informe" cuyas anotaciones va haciendo durante casi dos meses, desde el "Martes, 30 de mayo" hasta el "Sábado, 22 de julio". Todo está planteado con levedad en un relato exento de cualquier asomo de compromiso de gravedad. De tal manera que sean la comicidad, la ironía y el humor las cualidades predominantes tanto en los personajes como en las situaciones que se ven obligados a vivir. Y para potenciarlo se acude con frecuencia a la parodia y a la deformación caricaturesca, hasta llegar al sarcasmo y a la sátira.

Los personajes son ridiculizados en sus propios nombres en contraste con sus respectivos "alias". Sirvan de muestra los de los dos segundos de a bordo: "M. Gaston-Philippe de la Ville de St. Jean-Fleuri, alias el Rata", y "Graf Ruprecht von Hohendül-Fer, D. D. M. de F., alias Tontito". El mismo Horacio Dos es un individuo "tripón y paticorto", caracterizado por la negligencia y la incompetencia. Y los pasajeros de la nave se agrupan en Delincuentes, Mujeres Descarriadas y Ancianos Improvidentes. Estamos en la Era Actual, que ha sucedido a la Etnológica, cuando hubo que poner coto a las desmesuras del progreso tecnológico. Y hay que mandar fuera de la tierra a gentes incómodas. éste resulta ser el cometido de la misión. Y el viaje de tipos tan estrafalarios por el espacio, con su llegada a estaciones cuyo nombre también puede tener su carga irónica (Fermat, Derrida), propicia situaciones disparatadas en las que se disimula una deformación crítica de lacras y desmanes de la sociedad contemporánea, como la cultura de masas dirigida por especulaciones políticas y económicas, la manipulación de la cultura y el arte como simples mercaderías, la corrupción de la sociedad movida por trampas y engaños que llegan al mismo sistema literario en manos de agentes que aquí son Mujeres Descarriadas negociando las memorias escritas por Ancianos Improvidentes.

Todo esto queda apenas esbozado y abultado en su deformación paródica. La narración busca la suspensión de la intriga por medio de lances de folletín, como equívocos en situaciones ambiguas, reapariciones inesperadas, anagnórisis en revelaciones de parentescos o los enigmas derivados de la complementariedad entre lo anotado en dos fechas diferentes.

En este sentido la habilidad de Mendoza brilla como es habitual en él en lo contado en las fechas "Martes, 20 de junio" y "Viernes, 23 de junio", con relato retrospectivo en ésta para aclarar lo que en aquélla quedó sin explicar. Pero, en fin, no nos engañemos: estamos ante una novela menos de Mendoza, del género de las escritas para las páginas veraniegas de un periódico y destinadas a llenar el ocio de lectores sin nada que hacer.