Novela

Urbana

Fogwill

13 marzo, 2003 01:00

Mondadori Barcelona, 2003. 143 pp, 12e.

En el seno de la literatura argentina contemporánea, la obra de Rodolfo Enrique Fogwill (aunque firme sólo con su apellido) acostumbra a entenderse como un signo de excentricidad. Autor de Cantos de marineros en La Pampa (1998), La experiencia sensible (2001), En otro orden de cosas (2002), en Urbana nos ofrece una muestra de auténtica literatura inspirada en el cemento de un Buenos Aires en expansión. Ya en la breve introducción asume: "Claro que es redundante llamar Urbana a una novela". Otros autores argentinos reclamaron tal naturaleza para su obra; por ejemplo, Leopoldo Marechal. Pero Fogwill elabora un texto aséptico, casi "deshumanizado", en el que apenas sucede nada, salvo la inauguración, con fiesta programada, de un edificio, el Karina, de 17 plantas, en una zona residencial contra la oposición de los vecinos. Ni siquiera los personajes poseen nombre. Los identificaremos por actividades: El Mecánico, El Jardinero, La Cementera.

El narrador se permite una breve acción dramática al final del relato, pero en las horas en las que se desarrolla la fiesta en casi el único escenario, interrumpida por el aguacero, podemos asistir desde perspectivas diversas a múltiples historias. Los narradores pertenecen a clases sociales diversas. El autor sostiene el registro irónico. Hay metaliteratura (págs. 46 y 61-62), abundantes coloquialismos, descripciones detalladas a lo nouveau roman de lo minúsculo e irrelevante, sexo y hasta un ahogado en la pequeña piscina: un anticuario homosexual. La ciudad es una "llorona infiel", pero el arquitecto no se describe como protagonista, sino como amante.

Novela para afectos a la literatura auténtica, la que abandona las parcelas más trilladas, ajena al tópico, reparadora de mediocridades, audaz.