Image: ¡¡Gora Stalin!!

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Novela

¡¡Gora Stalin!!

Jesús María Amilibia

10 abril, 2003 02:00

Jesús María Amilibia. Foto: M.R.

Ikusager. Vitoria, 2002. 189 páginas, 14 euros

Esta novela, entre el perdón y la biografía, es la primera que publica Amilibia tras veinte años de silencio, escribe Mario Onaindía en el Prólogo que precede a la lectura de un "texto emblemático donde los haya" -afirma- por tratar "sobre las relaciones entre un padre y un hijo en la interminable postguerra que nos tocó vivir"; por tratar un asunto siempre presente en la realidad española: el de las ideologías, los enfrentamientos, las guerras, pero poco frecuente en el imaginario literario, que sí registra numerosas versiones de la recreación de la guerra civil y algunas incursiones en el contexto socio-político del País Vasco, pero no para dejar testimonio de esta clase de daños humanos, de una herencia raramente documentada, la que descargaron los mayores "sobre nuestras espaldas infantiles": la de las "frustraciones de su derrota, las mismas que aún hoy algunos arrastran sin saberlo y que otros, finalmente, cultivan con ahínco tan interesado".

De ese saldo que resume Onaindía se nutre este ¿relato, biografía, confesión? que ¿en nombre de su autor? emprende su protagonista, Jesús Arrieta, periodista, 58 años, afincado en Madrid, atosigado por las convenciones de un matrimonio en el que nunca ha creído, por un oficio en el que ha dejado de creer. Sobre todo por su condición de huérfano de padre desde muy niño, aquejado de males que remiten a una infancia miserable en el Bilbao de la postguerra. A ese tiempo necesita acudir para encontrar una respuesta que acierte a aclarar la imagen que conserva de su padre. Y allí acude en busca la verdad que él necesita, de la verdad que movía a su padre, como a tantos gudaris vascos, de testimonios que aclaren lo que el recuerdo ha ido cargando de adjetivos épicos. Y lo que encuentra es lo que leemos: el relato descarnado de lo ocurrido, que nos parecería mero testimonio de no ser por la sorprendente composición que envuelve la lectura duplicando significados como si estuviéramos frente a un juego de espejos que multiplican y relativizan la información que nos llega. Y no diremos más, porque esa sorpresa final representa su mejor baza literaria.