Novela

Tarta noruega

Alberto Castellón Serrano

1 mayo, 2003 02:00

Premio Diputación de Córdoba. Dip. Córdoba, 2002. 140 páginas

"Se detuvo. Hablaba como si nada de aquello tuviera importancia y perteneciera a un pasado remoto, y es verdad que el pasado se hace remoto cada vez más pronto". Esta cita de Javier Marías (con la que arranca este libro) redondea el sentido pretendido por el malagueño Alberto Castellón Serrano (1956), para la historia que contiene, que se rinde intencionadamente al recurso narrativo y las intenciones ensayadas por Delibes en Cinco horas con Mario. En este caso para merodear por un pasado más remoto: cincuenta años separan el presente del pasado de Lala, la voz conductora que revuelve el recuerdo de su época de estudiante -terminada la guerra civil, no sus consecuencias- en una ciudad de provincias, cuando conoció a Luis, su marido, un profesor víctima de las vicisitudes de aquella España dividida.

Pero no es su muerte el detonante de este discurso ágil y ameno, sino el reencuentro con las compañeras de la que fuera primera promoción de magisterio tras la guerra, en una comida. Se lo cuenta a su hijo, que funciona como interlocutor de un relato cuyo título alude al postre que coronó ese almuerzo: la tarta noruega, con su "mezcla de sabores dulces y fuertes", sirvió de expiación. Porque todo lo que relata, aparentemente trivial, resume los usos y costumbres de un tiempo de autoridad, intransigencia y dogmas, de manera que el protagonista de su relato se desplaza de su vida al escenario en el que vivió: la España de los 50. Y algo más: el acierto de arrancar cada episodio rememorativo con un glosario de ideas que glosan los contenidos de una época no tan remota, y conjugan los verbos dominantes en un pretérito imperfecto.