Tarta noruega
Alberto Castellón Serrano
1 mayo, 2003 02:00Pero no es su muerte el detonante de este discurso ágil y ameno, sino el reencuentro con las compañeras de la que fuera primera promoción de magisterio tras la guerra, en una comida. Se lo cuenta a su hijo, que funciona como interlocutor de un relato cuyo título alude al postre que coronó ese almuerzo: la tarta noruega, con su "mezcla de sabores dulces y fuertes", sirvió de expiación. Porque todo lo que relata, aparentemente trivial, resume los usos y costumbres de un tiempo de autoridad, intransigencia y dogmas, de manera que el protagonista de su relato se desplaza de su vida al escenario en el que vivió: la España de los 50. Y algo más: el acierto de arrancar cada episodio rememorativo con un glosario de ideas que glosan los contenidos de una época no tan remota, y conjugan los verbos dominantes en un pretérito imperfecto.