Image: Las desventuras de un escritor en provincias

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Novela

Las desventuras de un escritor en provincias

Vicente Muñoz Puelles

19 junio, 2003 02:00

Vicente Muñoz Puelles. Foto: Archivo

Algar. Alzira, 2003. 285 páginas, 24 euros

El personaje central de esta novela, Mariano Marco Vallés, "orondo y eximio pero nunca bastante apreciado escritor de provincias" (pág. 20), se parece mucho a su creador, el autor valenciano Vicente Muñoz Puelles (1948).

Marco vive en Valencia, ha sido traductor, ha escrito novelas muy variadas, ensayos y obras de literatura para jóvenes, y tiene en su haber numerosos premios, desde uno de literatura erótica hasta otro de literatura juvenil, pasando por varios oficiales de estirpe más o menos autonómica. Todo esto forma parte también de la biografía de Muñoz Puelles, que, sin embargo, formula al comienzo de la novela la consabida advertencia -claro que con intención paródica- de que se trata de una obra de ficción en la que cualquier parecido entre los personajes y algunos seres reales no pasa de ser una coincidencia. Más adelante, y siguiendo la línea de jugueteo humorístico que recorre la novela, el autor se encarga de añadir numerosas coincidencias precisas entre él y su personaje, al enumerar algunas novelas de Marco cuyo título o cuyo asunto evocan otras del propio Muñoz Puelles (véanse los datos de este tipo acumulados en las páginas 66, 67, 101) o remiten a ellas sin tapujos, como la referencia a la novela Anacaona (pág. 84) o a la más reciente recopilación Manzanas (Tratado de pomofilia) (pág. 232). La sensación de veracidad se incrementa con referencias a algún individuo real, como el editor -y también escritor, habría que decir- Luis Bonmatí (pág. 115). Otros personajes, aun con nombres inventados, son trasuntos evidentes de personas reales y bastante conocidas en el ámbito valenciano. Se diría que Vicente Muñoz Puelles, que ha situado con frecuencia las acciones de sus novelas en lugares y tiempos remotos, se ha planteado aquí, con un giro radical, una especie de viaje alrededor de sí mismo y de su presente, utilizando como portavoz a un escritor valenciano que presenta cierto grado de parentesco con él y, en gran medida, análoga visión del mundo. El quiebro del doble desenlace, con el autor que hace morir a su personaje, refleja bien este planteamiento.

El presente que enmarca la historia narrada incluye una mirada amablemente satírica sobre multitud de aspectos de la actualidad: las dificultades pecuniarias de un escritor que pretende vivir de la pluma, su forzosa dedicación a tareas muchas veces subalternas -artículos, colaboraciones, corrección de textos ajenos, refritos, discursos para políticos-, la infidelidad de las traducciones (págs. 139-140), los celos profesionales, la vaciedad de muchos políticos, los roces con los vecinos de la urbanización, las entrevistas periodísticas estúpidas... Pero, por debajo de esa superficie que oscila entre el humor y la sátira incruenta, laten cuestiones de mayor calado, como la mercantilización de las manifestaciones artísticas y el poder arrollador de la vocación literaria. Las "desventuras" del zarandeado Mariano Marco, su fragilidad, la disociación entre las necesidades prácticas de la vida cotidiana y su mundo ideal, repleto de figuraciones e historias posibles, lo convierten en un Quijote en tono menor, que por eso debe morir para dar paso a "otro" Mariano Marco capaz de controlar el destino de sus personajes. La composición de este tipo novelesco es lo más acabado de la novela. Muñoz Puelles ha derrochado finura y sutileza en la caracterización del escritor provinciano empapado de literatura, y lo ha hecho rehuyendo cualquier asomo de dramatismo -aunque no de melancolía- y recubriendo el conjunto con una leve pátina de humor, en la tradición de Cervantes o de Chéjov, lo que sitúa esta novela muy por encima de otras anteriores del autor, incluso aureoladas con premios.

Muñoz Puelles es un buen escritor. Su prosa narrativa "no se nota" -lo que es buen indicio- y sólo algunos deslices empañan levemente la calidad general de la escritura: el uso de "asequible" por ‘accesible’ (pág. 98) o de "romance" por ‘amorío’ (pág. 189), el catalanismo "echar a faltar" (pág. 179) y alguna construcción casi delictiva, como "se dignasen a prestarle atención" (pág. 101).