Image: Hazlo por mí

Image: Hazlo por mí

Novela

Hazlo por mí

Ramón Reboiras

10 julio, 2003 02:00

Ramón Reboiras. Foto: Carlos Barajas

Alianza. Madrid, 2003. 200 páginas, 12 euros

Tras dos narraciones cortas publicadas en la segunda mitad de los 90, más la novela El día de los enamorados, el escritor gallego Ramón Reboiras (San Xulián de Laíño, 1961) da a la luz su nueva entrega narrativa, Hazlo por mí.

En ella vuelve a bucear en el lado oscuro de la vida, como ya había hecho en su primera novela corta. Pero con la importante diferencia de que en Corazonada (1996) se ofrecía la narración de un naufragio familiar por medio de tres monólogos alternantes, mientras que en Hazlo por mí el relato se focaliza en la voz y la visión del narrador y protagonista, que nos entrega la crónica íntima de su exorcismo personal durante su reclusión en una clínica de salud, rodeado de alcohólicos, ludópatas, anoréxicas, adictos a las drogas y al sexo, entre otras dependencias.

La novela se inscribe en la modalidad que últimamente viene considerándose como autoficción. En este caso surge a modo de autobiografía solicitada por los médicos al narrador y protagonista. Pero, no nos engañemos, por más que algunos aspectos de la vida del personaje puedan coincidir con los del autor (en su origen gallego, su traslado en plena juventud a Madrid o sus cuarenta años de edad en el presente narrativo de febrero de 2002), el narrador y protagonista se ha convertido en materia literaria, en criatura de ficción, y su historia no está, por ello, sujeta a ninguna otra comprobación y análisis que pueda ir más allá de los límites de la propia ficción. Se trata, en efecto, de una novela pergeñada con el barro de la vida, pero su historia está contada por un narrador que no esconde su narcisismo (modela su figura a su gusto) y que proclama su cinismo y adicción a la mentira (resulta poco fiable en la veracidad de lo que cuenta, aunque no en la validez literaria de su confesión, que no depende de su verificación externa).

La novela constituye un descenso al abismo de la depresión, motivada por el alcohol y las drogas, y una búsqueda del nuevo ser humano que debe salir regenerado gracias a la terapia seguida en un centro de salud situado en una isla. El texto se genera con las solitarias reflexiones del anónimo narrador y protagonista, sus interrogatorios con los doctores, sus revelaciones compartidas en sesiones de terapia de grupo y sus consideraciones metanarrativas sobre "esta confesión que ahora escribo". Por ello hay frecuentes apelaciones al receptor plural, que tanto pueden abarcar a los presentes en la clínica de reposo como a los lectores, implicados así en el relato. También se incluyen duras críticas de la mercantilizada sociedad de las últimas décadas y de la literatura más comercial triunfante en ella. Y el ensimismado desahogo de soledad, nostalgia y desarraigo, en el que se han deslizado tópicos y banalidades que, a veces, merman la tensión estilística, se enriquece con una variedad de registros que va desde el tono grave en las reflexiones sobre la enfermedad y la angustia hasta la comicidad y el humor que lleva a proclamar los nombres de varias marcas de whisky como principales "fuentes literarias" donde el narrador ha bebido.