Image: El exilio secreto de D. Llopis

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Novela

El exilio secreto de D. Llopis

Ricardo Bellveser

17 julio, 2003 02:00

Ricardo Bellveser. Foto: Bromera

Algar-Taller de Mario Muchnik.Alzira, 2003. 172 páginas, 15 euros

Ricardo Bellveser (Valencia, 1948), periodista, profesor de literatura, ensayista y poeta, hace su primera incursión en la novela por la vía de la recuperación de la memoria disgregada del exilio español al final de la Guerra Civil.

Los hechos transcurren en dos períodos alejados en el tiempo. El primero se centra en la Valencia republicana en los últimos meses de la Guerra Civil, cercada por los ejércitos de los generales sublevados Valera, Aranda y García Valiño. Allí coinciden personas procedentes de distintos lugares de España. Por lo común, son criaturas desvalidas que huyen de situaciones conflictivas o de la miseria. También hay un renovado pícaro que, habiendo salido de abajo, ha logrado hacerse con una nueva identidad, casarse con una marquesa, asesinarla y heredar su fortuna y ponerse a salvo disimulando su adhesión a la España roja. Esta diversidad de personajes apaleados por el destino que los junta en la última capital de la República es la materia novelada en los tres primeros capítulos, con fuertes contrastes entre tantos oprimidos de la historia y dos sinvergöenzas que hacen la guerra en beneficio propio como el marqués y un compañero del comité de incautación. Derrotada la España republicana, esta parte de la novela termina con el viaje alucinante de aquellos náufragos de la guerra en un autocar hacia Francia. Es la parte más novelesca y con más contraste. De un lado, la crueldad en la carnicería desatada entre el marqués y su rival, recíprocamente descubiertos en sus tropelías, lo cual da al traste con el autobús y con los tesoros que ambos escondían en sus malestas. De otro lado, la ternura nacida del amor entre Llopis y su amante o del dolor en la trágica separación de los niños Justo y sus hermanos.

El cuarto capítulo constituye la verdadera segunda parte de la novela. Tras una larga elipsis temporal, se narra el regreso de algunos de aquellos exiliados, primero con motivo de los veinticinco años de paz del régimen franquista y más tarde con la transición política a la democracia.

Si en la reunión de vidas atrapadas por la guerra en la primera parte destacaba la figura novelesca del marqués, ahora es Dionisio Llopis quien sobresale en el cuarto capítulo. El viejo pintor y cartelista republicano, que se quedó en España y estuvo después en Francia y en México, da lugar a las situaciones más interesantes de la novela. La dignidad de Llopis en la miseria en que vive y en su rechazo de los honores ofrecidos aporta un nuevo contraste con la hipocresía moral de los políticos en su ambición disfrazada de falsa generosidad.

Y la sorpresa última de la isla del tesoro pone punto novelesco final y añade una buena dosis en una dramática historia plural de aquel grupo de vencidos en una dramática historia donde hubo de todo, y sigue habiéndolo, desde la dignidad en las más adversas circunstancias hasta el engaño y la traición en provecho propio. Todo ello contado en una novela que se lee bien, concebida como un mosaico, y escrita con la soltura del periodista acostumbrado a relatar de modo directo pero también con el aliento poético exigible por estas historias de una historia.