Image: Hombres de lluvia

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Novela

Hombres de lluvia

Maruja Torres

6 mayo, 2004 02:00

Maruja Torres. Foto: Quique García

Planeta. Barcelona, 2004. 272 páginas, 20 euros

Esta novela de Maruja Torres (Barcelona, 1943) se localiza en Beirut, en un pasado cercano de guerras y tensiones que la convirtieron en los años 80 y 90 en un caótico mapa del dolor y en un presente narrativo marcado por el anuncio de la inminente guerra de Iraq en 2003.

La elección de este lugar como espacio literario se justifica por la trama de la novela en forma de viaje. Así, en medio del engaño de las apariencias y el desorden reinante en dicha ciudad pluricultural, las investigaciones del narrador y protagonista lo conducen al progresivo descubrimiento de sí mismo. Y, por ello, su estancia en Beirut da lugar a un viaje iniciático hacia su educación sentimental y el conocimiento de su propia identidad.

Malcolm debe su nombre al hijo del rey Duncan en Macbeth y a Malcolm Lowry, autor de Bajo el volcán. Así lo han querido su madre, joven muy bella, soltera y revolucionaria en el tardofranquismo, y su padrino, fallido editor de las obras de Lowry en catalán. Por mediación de su padrino el joven periodista viaja a Beirut para encargarse de la redacción de las memorias de un afamado orientalista. Así el narrador y protagonista va reconstruyendo fragmentos de vidas que acabarán por desvelar sorprendentes relaciones con su propia identidad. Entre ellas destaca la figura del reportero francés Michel Bertrand, sus amores en la ciudad, su secuestro por miembros de Hezbolá y su hundimiento en el alcoholismo hasta su muerte en un mísero hotel de Barcelona, tras el último intento de acercarse a su hijo. Por eso la localización de la novela en Beirut no resulta gratuita. Porque la caótica convivencia diaria de sus gentes en la ambigöedad y la mentira constituye un ámbito adecuado para la búsqueda y el conocimiento de su ignorada identidad por parte del protagonista, perdido y hallado entre los pasos y amores de su padre.

La narración atiende a los tres momentos principales de la historia, desde el presente narrativo en 2003, en Beirut, hasta los últimos días del reportero Bertrand en 1995, en Barcelona, pasando por la estancia beirutí del protagonista en 1998. Su narración en primera persona es la dominante en la novela, pero se complementa con el punto de vista del reportero Bertrand en Barcelona (en alternancia no sistemática) y con la información obtenida en los documentos atesorados por el especialista sanguijuela con el que va a trabajar, más algunas cartas cruzadas con el padrino editor. Y así todo va encontrando su lugar en un relato lleno de lances folletinescos. Pero sus hallazgos son previsibles, la selección de materiales archivados está demasiado supedi-
tada al azar y se han deslizado errores en el uso correcto del idioma.