Novela

El confidente

Alberto Sala

1 julio, 2004 02:00

El Nadir. Valencia, 2004.258 págs, 12 euros

Esta es la segunda novela de Alberto Sala (Valencia, 1948), autor también de tres obras de teatro. El confidente es una novela de la experiencia con desenlace de relato criminal.

Hay que distinguir en ella dos tiempos bien diferenciados. Uno es el presente narrativo del protagonista en su declive, inclinado a la observación de los clientes del bar que frecuenta. Así Lorenzo Vidal entra en contacto con un inspector de policía a quien conoció en su adolescencia con motivo de los interrogatorios sobre un crimen en el cual aquel estuvo implicado. El otro (tiempo de la historia) coincide con los años finales de los cincuenta y principios de los sesenta en que transcurrieron los episodios relatados por el jubilado Lorenzo al antiguo comisario. Esta es la parte propiamente dicha de novela del aprendizaje. Pues Lorenzo relata por vía oral a su interlocutor los años de infancia y adolescencia con sus padres en una casa frente al mar y después en Valencia.

El capítulo primero, el único narrado en tercera persona, descubre su artificio constructivo sólo al final, cuando Lorenzo, narrador autobiográfico, pide a su interlocutor que cuente por escrito la relación oral que de sus años de niñez y adolescencia le acaba de hacer. En esta estrategia narrativa descansan las mejores virtualidades de la novela. Pues el narrador autobiográfico se propone convertirse en personaje de la novela escrita por otro, que a su vez es el destinatario primero de la narración oral de Lorenzo. Por ello se comprenden mejor las escasas marcas de oralidad desplegadas en el texto, apenas reducidas a recurrentes apelaciones al inspector oyente, quien, como tal, tampoco iría más allá del papel de mudo interlocutor si no fuera porque, al cabo, se convierte en autor imaginario de la novela que acabamos de leer.

La historia del aprendizaje vital de Lorenzo nos lleva a la Valencia gris de la posguerra en su experiencia infantil de las ausencias del padre marinero, la temprana muerte de su madre, el azote de una educación autoritaria en un internado y la visión limitada de sucesos y circunstancias que por entonces aún no comprende. Por ello los silencios distribuidos en la visión del niño constituyen un buen soporte de las incertidumbres e interrogantes no resueltas en su intimidad. Pero su rápido descubrimiento del amor y el sexo en un singular triángulo amoroso formado por su joven madrastra, su padre y él mismo lo enredan en los juegos de seducción tratado como simple objeto del deseo bajo el perverso magis- terio de aquella. Esta locura de amor arrastra al protagonista a la decepción y el hundimiento en el Madrid de la posguerra, entre los grupos clandestinos de la lucha antifranquista, donde la obcecación amorosa de Lorenzo acicatea su traición y mezquindad. Y la novela se ofrece así como un interesante juego de espejos, tanto en los temas tratados en relación con el ingenuo despertar de una pasión amorosa sólo correspondida con sexo, como en la estrategia constructiva de un narrador oral transformado finalmente en personaje de lo escrito por su interlocutor con la historia que él mismo le ha contado sobre su amargo acceso a la experiencia en diferentes órdenes de la vida.