Tu rostro mañana, 2. Baile y sueño
Javier Marías
18 noviembre, 2004 01:00Javier Marías. Foto: Carlos Miralles
Jaime, Jacques o Jacobo Deza, el español contratado por una misteriosa sociedad inglesa para predecir el comportamiento de personas sometidas a su observación, continúa en Baile y sueño el relato de esta experiencia que comenzó en Fiebre y lanza, primera parte de Tu rostro mañana.La exposición del narrador y protagonista de Tu rostro mañana se aproxima ya al millar de páginas, y el final de esta nueva entrega insinúa venideras noticias. Semejantes medidas subrayan, de entrada, la envergadura del proyecto novelesco de Javier Marías. E impresiona la fuerza narrativa, lingöística e intelectual necesaria para sostenerlo, pues no lo llena ni con peripecias ni con descripciones; al contrario, los elementos anecdóticos y la acción externa poco espacio sustraen de esas faraónicas dimensiones. En realidad, lo que suele llamarse, para entendernos, argumento, o sea, la trabazón de sucesos en sí mismos interesantes, casi no existe. Apenas Deza cuenta escasos encuentros con varias personas, y nada más hay un par de pasajes de acción, dos situaciones de extrema violencia; una, el monstruoso asesinato de un republicano durante nuestra guerra civil y otra, un desalmado castigo que ejecuta el jefe del narrador.
Ambos episodios muestran el natural instinto de contador de historias de Javier Marías, ostensible en sus ya lejanos primeros títulos, pero que ha ido marginando poco a poco, hasta llegar al extremo presente. No es, por tanto, su caso el de quien, a falta de otras habilidades, se obliga a una introspección meticulosa, sino que responde a razones distintas. Valdría, para explicarlo con sencillez, el de esos grandes pintores, estilo Picasso o Dalí, que, habiendo dado pruebas fehacientes de su maestría en el dibujo y la composición, los relegan en virtud de un tipo de arte no representativo. Aquí, en Tu rostro mañana, lleva a cabo Marías una vigorosa narración típica del modernismo, espesa, culta, especulativa, lenta, sin concesiones al lector apresurado, pero no hace lo que se entiende en la calle como novela.
Baile y sueño, todavía más, me parece, que Fiebre y lanza, no cuenta una historia; construye un discurso. Algún espacio deja Deza para la anotación emocional (la memoria reivindicativa del padre, sobre todo, y la nostalgia de la ex esposa), pero la parte del león corresponde al análisis intelectual. Y aun dentro de éste, más que el análisis importa su desa-rrollo en la conciencia. Marías presenta el propio pensamiento en marcha y muestra su proceso en la conciencia desde que brota en ella hasta que se verbaliza. Por eso el lenguaje, objeto de mil matices, ocupa un papel nuclear y el estilo se convierte en elemento crucial del texto.
Vemos los vericuetos del conocimiento y éste se explaya en la peculiar prosa del escritor. Una prosa, por supuesto, antinaturalista, meándrica, de aliento barroco, dada al hipérbaton, con su frase amplia, de oraciones encabalgadas, con enumera- ciones generosas, repleta de peculiares disyuntivas (con frecuencia la conjunción "o" enlaza casi sinónimos, en vez de contraponer conceptos), y abundante en términos abstractos, en cultismos ostentosos y hasta en discutibles creaciones verbales. Marías repele la lengua funcional y plasma una prosa literaria entroncada con el grand style que echaba en falta en nuestras letras Benet (en cuyo homenaje se cita un Benet’s College, de Cambridge).
Este estilo deliberadamente retorizado tiene algo de caprichoso, e incluso se intuye en él un punto de provocación, y me resulta de innecesaria dureza y proclive en exceso a voces infrecuentes o extrañas. Gustos personales al margen, debe reconocerse que constituye un cauce formal idóneo (aunque no el único posible) tanto para el proustiano ejercicio asociativo del narrador como para el sinuoso fluir de las ideas que sostienen una vasta construcción intelectual y moral. En ella se plan-tean y debaten asuntos nada baladíes: la identidad, la vivencia del tiempo, el miedo, la delación, la violencia, la posibilidad del conocimiento, los mecanismos de la comunicación, las relaciones personales, las propiedades del relato, las fronteras de la realidad, la muerte, y, por encima de todo, la ética y los valores.
Baile y sueño, narración (prefiero este término al de novela) culturalista, exigente más que difícil, morosa pero amena a la manera de la escritura no complaciente, es un libro denso y gratificante, un gran relato en el filo mismo del ensayo, que, eso sí, exige un lector que comprenda la literatura como una aventura interior y no como un ligero pasatiempo.
3 cuestiones a J. Marías
-¿Por qué en esta entrega la reflexión parece haberle ganado protagonismo a la acción?
-No es que en mis novelas haya demasiada acción (hay la acción del pensamiento), pero en Baile y sueño hay baile, violencia, miedo, cosas que no estaban en Fiebre y lanza. Pero todo transcurre en muy poco tiempo "real".
-¿Es un provocador?
-No, que yo sepa. Si con lo que escribo o digo provoco a alguien no es con ánimo previo. Sólo intento escribir con los mayores márgenes posibles de libertad.
-¿Para cuándo la tercera parte? ¿No teme agotar la inspiración o el interés del lector?
-Temerlo no lo temo. El lector puede apearse de un libro cuando quiera. La inspiración depende del interés del propio autor por lo que está haciendo. Yo aún tengo interés por conocer esta historia. Menos de dos años no pasarán antes de que esté listo el tercer volumen: espero que sea el último de Tu rostro mañana.