Novela

El verdugo de Dios. Un inquisidor en el camino de Santiago

Toti Martínez de Lezea

2 diciembre, 2004 01:00

Maeva, Madrid, 2004. 365 páginas, 19’50 euros

En una pequeña población del norte de Francia, en 1239, son ejecutados en la hoguera un grupo numeroso de cátaros, acusados de herejía. Es el reinado de Teobaldo I de Navarra, hijo de Blanca de Navarra y de Teobaldo III de Champaña. Por razón de este matrimonio, el reino de Navarra pasó a manos de la Casa de Champaña. Teobaldo I fue conocido con el sobrenombre de "El Trovador", porque fue un reconocido poeta en su tiempo. Pasó gran parte de su reinado viajando continuamente de Navarra a Champaña. Selló pactos con Castilla, Aragón e Inglaterra, que le permitieron consolidarse en la corona. Gobernó ayudado por nobles de Champaña, y estableció sus leyes por escrito, elaborando un Cartulario Magno, e inicia la compilación de las tradiciones jurídicas de la monarquía navarra conocida como "Fuero General".

Con una trama escrita en un tono ágil y bien documentado, Martínez de Lezea nos sitúa en el Camino de Santiago, pero en su recorrido navarro. En los avatares de un puñado de protagonistas, encontramos un fresco de costumbres medievales, una tipología humana bien construida, que refleja la dureza de una época marcada por la política y la religión. Desde su huida de Francia, el maestro de catedrales Geoffroi Bisol y su hija Alix, se asienta en la Navarra más rural, donde encontrará todo tipo de personajes vinculados a esta ruta peregrina, y una peripecia marcada por la devoción, el crimen, la pasión y el choque de creencias e intereses.
La intriga se entrelaza con las peripecias de Eder Bozat, su familia, naturales de las más recónditas montañas navarras, así como de personajes más conocidos en la Historia, como el comendador del Temple, Bertrand de Garlande, el terrible inquisidor Robert Lepetit, el "Bugre", o los señores feudales navarros. Se contrapone así las costumbres ancestrales de los pobladores primigenios de esas tierras, la persecución de la llamada herejía cátara y los usos ortodoxos, así como los intereses de la Iglesia católica. Martínez de Lezea ofrece una visión distinta y fascinante de estos seres medievales que atrapan a un lector contaminado de creencias postracionalistas.