Image: Inventario secreto de La Habana

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Novela

Inventario secreto de La Habana

Abilio Estévez

13 enero, 2005 01:00

Abilio Estévez. Foto: Carlos Barajas

Tusquets. Barcelona, 2004. 343 páginas, 16’35 euros

Inventario secreto de La Habana parece la natural derivación de Los palacios distantes, la novela anterior de Abilio Estévez (nacido en La Habana, en 1954, aunque se defina como marianense y alardee de haber envejecido).

En éste, su último libro, ensaya la mezcla de diversos géneros: ficción, memorias y guía de una mitificada ciudad, así como de la literatura que de ella se deriva. Heredero de Virgilio Piñeira, inicia sin su dramatismo estas páginas desde una plácida Palma de Mallorca: "Hace apenas una hora he andado por el paseo marítimo de Palma de Mallorca, desde la Lonja hasta El Molinar, y ahora estoy en un café desaliñado, bebiendo un vaso de vino tinto".

Este comienzo nos sitúa en un presente que contrapunteará el recuerdo de varias etapas de La Habana contribuyendo a formar la imagen de una ciudad literaturizada. Para incrementar aún más este efecto, reproduce citas de otros autores sobre La Habana, protagonista y símbolo urbano, referente, también, del exilio y de la dramática situación en la que se desarrolla su vida actual, así como de la represión. Estévez explora a través de su árbol genealógico: "El antepasado más antiguo que conozco, por parte de madre, se remonta apenas a un siglo atrás: es don Manuel Pazó Comesañas, padre de mi abuelo Ramón, y que vivió aproximadamente entre 1860 y 1900". Desarrolla a continuación la línea materna que va desplegándose: "De sus 17 partos, la Niña Ibáñez, mi abuela, sólo logró cuatro hijos..." ¿Cuánto hay de verídico en estas memorias combinadas con otros géneros? Resulta imposible discernir entre lo fingido y lo verídico.

Ya el propio autor alude a "los territorios de mi infancia", hacia alguno de los cuales confiesa que desearía no regresar. El narrador se detiene en cada personaje, cuenta su historia, formando así un entramado de relatos breves que pueblan la ciudad en sus diversas etapas y contribuyen a historiar el mundo urbano, nostálgico siempre. Inevitable referente literario resulta Alejo Carpentier, calificado de "mitómano" y de quien se asegura que "pasó la vida mintiendo", aunque con clase, como hicieran Lezama, Labrador Ruiz, Piñera o Lino Novás. Los habitantes de La Habana parecen haber elegido la calle para vivir. El propio Lezama, recuerda, escribió que "tener una casa era tener un estilo". Y tal vez sea éste el objetivo fundamental de esta indagación habanera que busca en la belleza de los cuerpos (pag. 323), en la entidad de sus escritores, en su historia, en la miseria y antiguos esplendores, definir el estilo de una ciudad símbolo de lo cubano. Recordará la figura de María Zambrano y la tertulia de la mítica revista Orígenes, a través de las fotografías de la época. No llegó a conocer, aunque sí logró ver, a Lezama, pero frecuentó a su viuda, y nos transmite el recuerdo de aquella "casita demasiado estrecha, excesivamente pequeña, cruelmente húmeda y sombría", aunque aún llena de los libros que manejó el escritor.

No pueden faltar anécdotas literarias, más o menos verídicas, relacionadas con poetas españoles: Lorca o Cernuda, o la descripción de la mansión donde vivió Hemingway, alusiones a escritores cubanos, mezclado todo ello con la del "assuca" de Celia Cruz o la primera experiencia homosexual del autor. Abilio Estévez admite que ha elegido la mirada, como cualquier escritor que se precie. El mundo gay se desarrolla y en las últimas páginas en los ambientes que describiera Piñeira, aunque con otra perspectiva. La Habana es el recuerdo de las tradicionales familias, como los Loynaz, con su palacio de El Vedado, donde residió Dulce María, "a ratos cursi y siempre seductora", del lenguaje popular, cuyas expresiones son analizadas, el recuerdo de Marlon Brando en Marianao, los balseros. Su intención, escribe, fue escribir un libro de viajes; pero muy poco tiene que ver con ello. Algo hay, sin embargo, de geografía espiritual. Las citas, en página aparte, contribuyen a la mitificación de la ciudad, de la que no están exentos ni los descubridores ni Graham Greene. En un breve "colofón" menciona la bibliografía utilizada.

Inventario secreto de La Habana es fruto de la nostalgia, de una cierta erudición, del recuerdo y también del lógico anticastrismo, del amor y la imaginación. El autor, que ha pretendido vulnerar géneros, lo consigue con relativo éxito.