Image: Vita

Image: Vita

Novela

Vita

Melania G. Mazzucco

20 enero, 2005 01:00

Melania G. Mazzucco. Foto: Basso Cannarsa

Trad. Xavier González Rovira. Anagrama. Barcelona, 2004. 541 páginas, 23 euros

A punto dos veces de conseguir el Premio Strega con sus primeros libros El beso de la Medusa y La habitación de Balthus, Melania G. Mazzucco (Roma, 1966) lo ha obtenido por fin, y bien merecidamente, con Vita, una novela fascinante basada en una historia real, sobre la emigración italiana en América, durante los primeros años del siglo XX.

De la mano de Diamante, un niño de 11 años que debe su nombre a un sólido temperamento y a ser el único de sus hermanos que no murió en Italia de hambre, desembarcamos del Republic, con más de dos mil quinientos emigrantes, en Nueva York. Ante el caos general, cualquier excusa es buena para mandar al italiano de vuelta a casa. Pero Diamante, sabio como un adulto, distingue con orgullo que es el único que consigue escribir su nombre en la hoja de entrada en América. Sus instrucciones: llegar a la pensión de Agnello, padre de una chica de 9 años, Vita, que le acompaña. En Prince Street, en el gueto italiano, viven Rocco, a quien le gusta liarse a puñetazos, el hermano de Vita, Coca-Cola, Geremias y Lena, considerada como una criada, pero que en realidad es la mujer ilegítima de Agnello. Pronto nace entre Vita y Diamante un amor que les descubrirá el valor de los besos en un país en donde no se ayuda a nadie y el italiano es despreciado como un miserable supersticioso asesino. Voceador en un periódico, trapero o embaucador en una productora, el destino de Diamante será incierto en el nuevo mundo. Como el de una furiosa, salvaje e instintiva Vita. Cuarenta años después el hijo de ella, americano, descubrirá las huellas de un padre que no fue en una Italia arrasada por la guerra.

El nombre de Mazzucco une a los personajes de Vita. El mismo nombre de su escritora, que rompe la historia con unos capítulos referentes a su investigación en los que transmite el proceso de creación literaria. Como no hay que despreciar las revelaciones de la vida, capaces de traer consigo el germen de toda una parte de nuestra historia, Melanía Mazzucco sigue la huella que dejaron los más de doce mil italianos que a diario a principios del siglo xx se buscaron otra vida mejor. Mazzucco aporta nombres, fechas, documentos. Interroga a sus familiares, descubre correspondencias, busca en la memoria e inventa. Datos deshilachados si no fuera por una historia, la de Vita y Diamante. De eso trata en primera instancia toda crea-ción: de contar una historia. Y Mazzucco, con un estilo magistral, consigue despertar el interés del lector en cada una de sus palabras, y dar forma a la propia realidad, caótica, huidiza, desconocida.