Image: Carta de Tesa

Image: Carta de Tesa

Novela

Carta de Tesa

José Jiménez Lozano

3 marzo, 2005 01:00

José Jiménez Lozano. Foto: Mercedes Rodríguez

Seix Barral. Barcelona, 2004. 216 páginas, 15 euros

En Carta de Tesa reaparecen los personajes de La boda de ángela (1993). Entre ambas novelas de Jiménez Lozano han pasado trece años durante los cuales han cambiado muchas cosas en nuestras vidas, con transformaciones profundas en la sociedad actual y en nuestras maneras de entender su evolución y de sentirnos en su seno.

De ello dan cuenta estas dos novelas del escritor castellano, con los cambios de actitud y tono que van de la nostalgia y la complacencia en los pequeños detalles encarnados por los asistentes a La boda de ángela, con aires de despedida de una aristocracia que se amolda al signo de los tiempos, hasta la resignación y el escepticismo dominantes en Carta de Tesa por el sentimiento de pérdida de valores que sustentan nuestra cultura, ahora en trance de extinción a causa del triunfo arrollador de la barbarie.

La historia novelada parte de la brutal agresión perpetrada contra una profesora de Instituto por un grupo de alumnos relacionados con las tribus urbanas. Este primer nivel del relato funciona como trampolín para entrar en consideraciones generales acerca de las causas y las consecuencias de la violencia sufrida por María, su desconcierto profesional y existencial por el ultraje recibido, y las acusaciones vertidas contra ella en el laberinto académico de manipulaciones y argucias amañado por la Asociación de Padres, jueces y abogados y algunos compañeros de la profesora humillada y vejada. Así llegamos al tercer nivel de significación del relato, que se centra en el clásico tema del triunfo de la barbarie frente a la civilización. Con ello se completa el sentido profundo de este relato simbólico que parte de un significativo episodio de violencia protagonizado por unos adolescentes contra su profesora y alcanza su definitivo simbolismo en el proceso de extinción de una cultura sin que otra venga a sustituirla. Pues lo que campea es el desorden, la impunidad y la barbarie.

En lo cual cobran vigencia las advertencias del antetexto latino al comienzo de la novela, con palabras de una carta de S. Jerónimo a Heliodoro acerca del dominio de los bárbaros dentro del imperio romano, y los versos del célebre poema de Kavafis "Esperando a los bárbaros", donde las gentes de la frontera no ven a los bárbaros porque éstos ya están dentro.

La organización constructiva de la novela es más compleja de lo que parece. Su texto en forma de carta que el narrador Lizcano dirige a Tesa, médico en América Latina, permite complementar el cambio contracultural que se produce en esta ciudad castellana, nunca nombrada y tomada por tribus sin control, con los desmanes que la clínica de Tesa soporta a manos de los violentos mandados por la guerrilla o por el poder político. En su discurso se intercalan historias que refuerzan este resignado grito de alerta por la muerte de una civilización ante las hordas bárbaras y su dominio aceptado como algo normal en el signo de los tiempos. Así, las estremecedoras historias de desposesión de la maestra Paula Arconada, de una niña apuñalada por su violador o la del falso mendigo paseado desnudo por la ciudad.

El mensaje último de la novela, la más descarnada y pesimista de Jiménez Lozano, radica en que nadie ve tamaño despropósito que nos deja como náufragos supervivientes en el marasmo general. Porque hoy los bárbaros están en todas partes, amparados por el sistema, empezando por las aulas escolares y acabando por los despachos ministeriales. Es "como un aliento negro" (pág. 208) que el autor explica con la metáfora del "cornezuelo" y sus efectos alucinógenos liberadores de toda limitación y regla. A esta valentía en el diagnóstico de lo que pasa y al fecundo simbolismo con que se ha expresado en la novela debe añadirse la calidad de su prosa (sólo afeada por la profusión de laísmos que no caracterizan a nadie porque aparecen en boca de todos), de gran riqueza y clasicismo, muy cuidada en su atención a pequeños detalles y matices y en la hondura poética derramada en la captación lírica de la naturaleza, por ejemplo, en el hermoso canto al amanecer de la página 170.