Image: La misteriosa llama de la Reina Loana

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Novela

La misteriosa llama de la Reina Loana

Umberto Eco

24 marzo, 2005 01:00

Umberto Eco. Foto: Christofer Ena

Trad. Helena Lozano. Lumen. Barcelona, 2005. 576 páginas, 24 euros

Fascinado por el lenguaje y la belleza, Eco nació en Turín en 1932. Licenciado en filosofía, se graduó en 1954 y ha sido profesor de estética y semiótica en las universidades de Milán, Bolonia, Florencia y Turín. Autor de clásicos como Obra Abierta (1962), La estructura ausente (1968) o Apocalípticos e integrados (1965), su primera novela, El nombre de la rosa (1981) le hizo popularísimo. Desde entonces alterna ensayos como Historia de la belleza con novelas como esta Misteriosa llama...

No conozco la edición italiana de La misteriosa llama de la Reina Loana, quinta y última (hasta la fecha) novela de Umberto Eco, y no puedo acreditar así si es original una referencia que me parece decisiva para comprender esta obra en la que el autor, fiel a su talante juguetón de erudito posmoderno, no renuncia a sorprendernos de nuevo.

Me refiero al rubro "Novela ilustrada" que antecede, sólo en la sobrecubierta, al título del libro y que sus páginas ratifican. La memoria sigue siendo uno de los mecanismos más intrigantes de la mente humana, no solo para los profanos sino también para los propios neurólogos.

No es por ello de extrañar que se haya convertido también en un tema explorado por la literatura o por el cine, con resultados más bien magros, como, por ejemplo, en Regarding Henry, de Mike Nichols (1989). En este filme, como en la novela de Umberto Eco, después de un grave incidente el protagonista (Harrison Ford) salva la vida, pero pierde la capacidad de recordar, lo que da pie a sendos procesos que en el caso de Giambattista Bodoni, Yambo, pasa por un intento de recuperar la memoria a base de reconstruir su enciclopedia personal con el concurso no solo de lo que ha leído como el librero anticuario que es, sino también de los tebeos, periódicos, carteles, juguetes, viejos aparatos, libros escolares, fotos familiares, poemas escritos por él mismo o la propia mitología erótica y cinematográfica de su primera juventud. Amén de las citas, que actúan como verdaderas ilustraciones literarias, el libro es inconcebible sin un abigarrado aparato icónico que reproduce los elementos a los que Yambo recurre en su intento de volver a ser él mismo, de modo que ésta es sustantivamente una novela ilustrada, no al modo de las decimonónicas, en las que el grabado era una concesión del editor al lector. Puede afirmarse, pues, que en La misteriosa llama de la reina Loana el texto, su discurso narrativo, está completamente al servicio del paratexto, sus ilustraciones, y no al revés.

De todos modos, estas ilustraciones se incorporan de modo muy diverso a las tres partes que lo componen. La primera, que narra el despertar de Yambo después de su colapso, solo incluye tres. La segunda, por el contrario, es un auténtico festival iconográfico, pues el protagonista se retira a la casa familiar de Solara para descubrir allí toda su "memoria de papel" (página 84) hasta sufrir una nueva crisis cardiovascular. Y la tercera, titulada homéricamente "Los Nostos", narra su regreso al recuerdo de los primeros años olvidados, cuando, paradójicamente, Yambo está sumido en un coma antesala de la muerte. Aquí, significativamente, las ilustraciones son reelaboradas por el propio Umberto Eco, sobre todo a base de Flash Gordon y el comic de Lyman Young que da título a la novela.

Puede que, sobre todo en la parte intermedia, la enciclopedia mate la narración, pero que Umberto Eco es novelista está suficientemente justificado en las otras dos, cada una de ellas dotada de una acción diferente pero lograda. Es cierto que no menudean aquí caracteres de una pieza, salvo, quizá, el anarquista librepensador Gragnola, guía y maestro del Yambo adolescente en su tránsito de iniciación, que incluye un episodio, muy bien llevado, sobre los partisanos.

Pero si tuviese que destacar un personaje central en La misteriosa llama de la reina Loana no dudaría en mencionar la niebla, un leit-motiv que funciona a lo largo de su texto tanto en clave poética como paisajística o argumental. Bodoni era antólogo de citas literarias sobre la niebla, muy frecuente en la región lombarda donde se encuentra Solara. Pero también es la imagen más cabal del "sueño nebuloso" (página 459) en que el cerebro del protagonista se ve sumido desde el comienzo de la narración.