Un territorio frágil
Eric Fottorino.
8 diciembre, 2005 01:00La novela alterna por capítulos dos voces narrativas. La primera es la de Clara, incapaz de olvidar un pasado grabado en su cuerpo a base de golpes. Recuerda su vida junto a una madre que jamás supo darle cariño, y Anas, un marido marroquí, cuya belleza le impidió ver un machismo violento. El segundo narrador de la novela es un "afinador" de las cuerdas del cuerpo humano. La aparición de unos eczemas en la piel obliga a la protagonista a ir a verlo. "Lleva tiempo afinar el cuerpo de una mujer que no se quiere" confiesa este segundo narrador. Dos voces narrativas que alternan tanto el dolor de uno de los personajes, como la pasión y la delicadeza, el murmullo del amor creciente del otro. Un bloque de hielo que los masajes del afinador no consiguen templar. El simple roce despierta una avalancha de recuerdos. Ver el cuerpo, escucharlo, será el trabajo del masajista y de un pintor que querrá dibujarlo. Dos artistas que intentan captar el eco interior de Clara. Desnuda y tensa, su ser se mantiene en un lugar remoto. Uno la mira, pero de su carboncillo no sale trazo alguno. El otro se acerca, pero sus dedos no la rozan.
Con un lenguaje poético, la progresión de Un territorio frágil es fascinante. Las frases de Fottorino se cargan de ideas sobre el ser humano, reconociendo que "cada cuerpo es un resumen del mundo"