Novela

Detrás del hielo

Marcos Ordóñez

29 junio, 2006 02:00

Marcos Ordóñez. Foto: Antonio Moreno

Ediciones B. Barcelona, 2006. 560 páginas, 17´90 euros

"Mi nombre es Klara Liboch. ésta no es mi historia, es nuestra historia". Este comienzo de la nueva obra de Marcos Ordóñez (Barcelona, 1957) hace honor a la relevancia que las primeras palabras deben tener en toda novela. Porque, a continuación, adelanta los nombres del trío de personajes (Jan Bielski, Oskar Klein y Klara) que protagonizan la historia e identifica a su narradora. También anticipa el alcance colectivo de la novela cuando, en la misma secuencia, amplía su extensión: "ésta es la historia de nosotros tres y de nuestra ciudad perdida, nuestro mundo desaparecido, que ahora contemplo como a través de una gasa de hospital, con sangre seca en los bordes". Este "ahora" marca el presente narrativo en el que Klara se sitúa para contar el nacimiento, esplendor y decadencia de una historia de amor compartida entre los tres, que constituye, a su vez, el eje vertebrador de la historia colectiva en la República de Moira, que bien podría ser una síntesis de naciones europeas en su paso por una guerra y posguerra, con posteriores alternancias políticas de distinta ideología en el poder, períodos de dictadura, corrupción y agitación social, hasta la democracia y su empeño en la recuperación de la memoria histórica.

Con ello Ordóñez ha escrito su mejor obra, que es, a la vez, una novela de la educación sentimental de una generación adolescente en los años 60, un relato de despedida individual de una época de plenitud en la vida y un amargo testimonio colectivo de la pérdida de ilusiones quebradas en un pasado cercano, cuando tantos pensaron y actuaron como estos personajes "porque no sabían que era imposible" (p. 344). Es, por decirlo con el título de su primera novela, El signo de los tiempos.

La novela se divide en cuatro partes, más un epílogo, organizadas en composición circular que anuda el comienzo y el final, empezando por el título y el primer capítulo, que alcanzan pleno sentido en la revelación final del lugar bajo las aguas donde yacen los cuerpos de muchos desaparecidos en los años de terror. En el medio se desarrollan la aventura amorosa de estos jóvenes y los cambios políticos y sociales del país. Tanto las relaciones personales como sus implicaciones colectivas son narradas por Klara en primera persona, apoyándose en dia-
rios, fotografías, periódicos y relatos ajenos para completar la información. El autor ha sabido guardar en todo la verosimilitud, pues, además, Klara trabaja ahora en una comisión de desaparecidos que pretende construir un museo de la memoria con los testimonios orales de los que sobrevivieron. Allí escucha relatos escalofriantes. Y allí, "ahora", escribe esta novela, añadiendo su voz a la de otros, "como quien de repente rompe a cantar, de noche, en mitad de un camino" (pág. 542).

Detrás del hielo es una novela muy ambiciosa, bien escrita y con muchos aspectos interesantes para lectores con diferentes niveles de exigencia. El autor ha logrado explicar la historia de la segunda mitad del XX. Sus mayores aciertos empiezan por hacerlo en un país imaginario, sin ahorrar pasiones en amores y desamores entrecruzados, afanes en la curiosidad por el cine, la música o la literatura, mentiras en la manipulación política de los gobernantes, crueldades en la persecución y asesinato de disidentes. Y el acierto se completa con la modulación estilística de una prosa que refleja el ritmo del discurso, desde la frase corta y la sintaxis nominal, hasta el dinamismo que se impone en la segunda mitad, de acuerdo con la tensión e intensidad de los acontecimientos narrados.