Novela

El inventor de la luz

Manuel Manzano

7 septiembre, 2006 02:00

El aleph. Barcelona, 2006. 158 pp, 16 e.

En poco más de ocho páginas que tiene el primer capítulo de esta novela ocurren el hurto de unos valiosos documentos históricos, una huida precipitada, la aparición del cadáver y la revelación del pasado lujoso de la protagonista femenina. Con semejantes ingredientes, es obvio que Manzano ha pretendido cocinar un plato tan suculento que resulte irresistible a sus lectores. Y, en buena medida, lo ha conseguido. No quiero dejar de apuntar el curioso dato biográfico del autor en la solapa, donde cuenta que ha ejercido de negro literario, y que ha publicado ya tres obras de ficción aunque ésta sea "la primera que firma con su nombre". Ah, las solapas. Pronto merecerán más la pena que las novelas mismas.

Pero regresemos a la trama detectivesca de trasunto histórico que ha urdido el autor y donde se percibe su gran sentido del ritmo y su buen pulso a la hora de construir una historia. Manzano recurre a los estereotipos para crear sus personajes y genera en tiempo récord una enorme empatía con el lector. Sus personajes, en ese sentido, recuerdan un poco a los de Pérez Reverte: no dan sorpresas pero tampoco disgustos, y todo sucede en una placidez y ausencia de sobresaltos que muchos sabrán agradecer. Además, sabe aliñar su trama con anécdotas históricas: la correspondencia de Miguel ángel, su relación con Rafael, las referencias al mundo artístico romano… Y alcanza un final en el que la trama culmina como lo hacen los fuegos artificiales.

No es un libro exento de méritos, desde luego, afecto a las técnicas y las artes del llamado bestseller de calidad. Sin embargo, se podría haber esperado algo más de esta historia: más dilatación a la hora de recrear ciertas situaciones, más riqueza de los personajes, más rigor histórico -en afirmaciones como que el castillo de Sant Angelo fue residencia del emperador Adriano, por ejemplo- e incluso más páginas. Con todo, el escenario escogido es fascinante y la trama gustará.