Image: La gran rutina

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Novela

La gran rutina

Valentí Puig

21 junio, 2007 02:00

Valentí Puig Foto: M. R.

Premio Sant Joan. Trad. del autor. El Aleph. Barcelona, 2007. 192 páginas. 18 euros

Valentí Puig (Palma de Mallorca, 1949), autor de dietarios, poeta, ensayista y novelista, ganó el premio Sant Joan con La gran rutina en su edición catalana, que ahora ve la luz en correcta traducción castellana. La novela ofrece una visión crítica del actual momento histórico, de la sociedad catalana en el año 2004, con Maragall en la presidencia de la Generalitat. Para ello el autor ha escogido a cuatro personajes representativos de otros tantos sectores sociales en la evolución de la ciudad de Barcelona y unidos por el espacio de una masía que compraron hace más de treinta años en un valle tarraconés y en la cual pasan los fines de semana. Los cuatro fundadores de aquel lugar de reunión y descanso son un banquero, un editor, un político y un pintor. Los cuatro son amigos desde que coincidieron en las aulas del colegio. Ahora, sexagenarios y acomodados en la vida, asisten impotentes a su decadencia, en pleno desencanto existencial derivado de la insatisfacción vital de quienes "vivían bien, pero el mundo les gustaba cada vez menos" (pág. 38).

Novelar esta paradoja es el principal reto de La gran rutina. Hacerlo de modo que el relato muestre una dimensión individual en su bien perfilada caracterización de los cuatro personajes más importantes y un alcance colectivo en la representación de la actual sociedad catalana en dicho grupo constituye uno de los logros más significativos de la obra. En el plano individual estos cuatro fundadores, con sus respectivas familias, encarnan la inexorable huella del paso del tiempo. El primer impulso de la novela surge con la noticia del escándalo en el banco presidido por uno de ellos e intervenido por irregularidades financieras. A partir de tan espectacular comienzo, en un continuo vaivén entre presente y pasado, se van entrecruzando las historias profesionales y familiares de los cuatro fundadores. Y así se va mostrando la evolución de tres generaciones catalanas, la anterior con abuelos industriales y emprendedores, la actual de los fundadores bien situados y sexagenarios, y la siguiente de los hijos, que marcha por otros derroteros. En todos ha hecho estragos el tiempo, más cruel con el banquero y su descrédito, con el pintor y sus enfermedades, y con el editor herido por la muerte de un hijo por sobredosis. Y la distancia intergeneracional se manifiesta con claridad en la vida de las cinco hijas del político, el hijo "okupa" que le ha salido al pintor y la necesidad de la viagra en el editor.

El paso del tiempo y el desencanto existencial encarnado por estos sexagenarios constituyen el tema central de la novela en este plano in-dividual centrado en las cuatro familias. El autor ha sabido contarlo con mirada comprensiva y piadosa, sin hurgar en las heridas, ponderando los momentos de amor y amistad en contraste con las situaciones de dolor y vivencia de la muerte. El narrador administra con eficacia los diálogos y cede con frecuencia la visión a los personajes por medio del estilo directo e indirecto libre. Como narrador culto, depositario de los muchos saberes del autor, se explaya, a veces, o deja que algún personaje lo haga, en digresiones intelectuales, musicales, literarias, gastronómicas. En alguna ocasión se le ha ido la mano en páginas de relleno o en el error de terminología gramatical consistente en llamar "subordinada adversativa" (pág. 18) a una oración coordinada. Pero el resultado final es altamente positivo, con páginas admirables por su carácter metonímico que simboliza los estragos del tiempo y la entrada en la decadencia en la repentina dificultad para ponerse unos calcetines al primer intento (págs. 157-159). Y hay que resaltar también el final simbólico de la "kermesse" mágica de la noche de San Juan dirigida en la masía por el hijo "okupa", la lucidez en la visión pesimista del siglo XXI como el de la indiferencia y la mayor carga satírica en el plano colectivo por la visión mordaz del presente social, cultural y político de una Cataluña postolímpica y decadente, con representaciones caricaturescas por doquier, por ejemplo en un vuelo del puente aéreo donde "un conseller de la Generalitat tripartita roncaba sin demasiado estrépito y con inten-sas pausas de apnea" (pág. 169).