Novela

El jardín (Al bustán)

Sonia García Soubriet

6 septiembre, 2007 02:00

451 Ed. Madrid, 2007. 200 páginas. 15’50 euros

La tercera novela que publica Sonia García Soubriet (Tomelloso, 1957) se localiza en un complejo hotelero de Tánger, donde ya sólo quedan vagos recuerdos del pasado esplendor de aquella ciudad internacional allá por los años 40 y 50, cuando allí vivían ilustres personalidades de la vida intelectual y artística. Pero de aquel pasado, del que formaron parte principal Paul Bowles y Truman Capote, no queda nada salvo la nostalgia, como se manifiesta en las pertenencias personales de la dueña del hotel en aquellos tiempos, una inglesa hechizada por el lugar, al que ahora, cuarenta años más tarde, vuelve la narradora con su compañero para encontrar refugio para sus sueños.

La novela está dividida en tres partes con el clásico esquema de planteamiento, nudo y desenlace. En la primera, "El territorio", se presenta el ambiente del hotel colonial en su decadencia presente con leves rescoldos del pasado brillante en un mundo que se ha desvanecido. La segunda parte, "El otro lado", desarrolla la experiencia de la narradora y su compañero durante un largo invierno vivido en aquel espacio. En la tercera parte, "La ciudad", llega el desenlace, con la despedida de la narradora y su nostalgia de aquel mundo ido.

Con este relato bastante superficial por falta de implicaciones profundas en el universo narrado se ha perdido la oportunidad de construir una buena novela, en cualquiera de las múltiples posibilidades que la historia podía ofrecer, ya en el contraste entre su actual decadencia y los apagados esplendores del pasado, ya en su mero presente más comprometido con la dura realidad del pueblo marroquí. Aquí no se ha desarrollado ni una ni otra posibilidad. Pues de los fulgores del pasado se nos ofrece muy poco, y de la extrema necesidad de los nativos sólo se apuntan alguna referencia a la tragedia de los inmigrantes en pateras y el caso de una muchacha esclavizada en una casa burguesa. Tal vez se ha querido componer una historia de silencios, misterios y sugerencias. Pero no se ha logrado porque una gran parte de la misma se va en los preparativos para recibir al amigo del profesor, un cantante gay venido a menos y que no acude al lugar. Más que de silencios y sugerencias que podrían expresar el vacío existencial que termina por embargar a estos personajes hay que hablar aquí de simple costumbrismo en páginas dedicadas a las compras realizadas para decorar la habitación destinada al cantante, y en otras referidas a la vida cotidiana en los cafés tangerinos.