Image: Perseguidoras

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Novela

Perseguidoras

Clara Usón

4 octubre, 2007 02:00

Clara Usón. Foto: Fernando Alvarado / EFE

Alfaguara. Madrid, 2007. 286 páginas. 17,50 euros

Coincide Clara Usón (Barcelona, 1961) con muchos de nuestros escritores actuales en compaginar el ejercicio del derecho con la creación literaria, y en desenvolverse por los fueros de la narrativa con innegable tenacidad, lo que obliga a considerar la creciente calidad de sus escritos, fieles a una poética realista gobernada por la sencillez expresiva y el delicado esmero en perfilar la psicológica de sus personajes. No es menos digna de destacar la constante búsqueda de argumentos que nos sorprendan por el esfuerzo con que los somete a originales composiciones. Es, pues, la creatividad la marca de su estilo, lo que, sumado a un notable afán fabulador, en el sentido legítimo de la expresión, destaca como el valor que otorga distinción a esta heredera de Chejov.

En la misma línea hay que destacar el significativo salto que supone esta última novela, Perseguidoras, sin duda un proyecto en el que la autora ha invertido muchas ambiciones. De un lado la cuidada administración de detalles al perfilar la psicología de las mujeres; de otro el acierto por graduar las voces entre las que distribuye el discurso, como si se tratara de una novela coral pero sin obviar una voz narradora. Voz necesaria para hablar en nombre de quien no sabe o no puede expresarse, perfecto artilugio para dosificar el empuje de un relato complejo, expuesto desde un tono irónico y distante, en el que el mayor logro constructivo está en ese equilibrado reparto de posiciones sin tomar partido por ninguna.

¿Para contar qué? Pues en primer término una peripecia que se impone como una intrigante novela policíaca. De hecho la historia arranca cuando Ana, la más joven de tres hermanas, abogada recién incorporada a un importante bufete barcelonés, recibió una noche una llamada instándola a acudir a una casa de citas donde acababa de fallecer un preboste de la industria catalana. La acción estaría servida de incluir heroicos detectives investigando el turbio ¿homicidio?. Pero el único que investiga es un compañero de despacho falto de escrúpulos, y no hay más heroicidades que las de Ana intentando esclarecer qué hacía su hermana Alicia en el lugar del siniestro, dónde se oculta, por qué logra siempre la protección de su madre, exigente -al parecer- sólo con ella, la única "normal" de la familia, pues la mayor, Maite, sufre una esquizofrenia aguda.

En segundo término está la percepción de la vida de estas mujeres, tres ángulos de un relato que tiene el vértice en la madre; la manera única que cada una de ellas tiene de depender de las relaciones familiares y de las culpas que generan los vínculos de sangre. Está el mundo laboral y la ética y las verdades que lo gobiernan; la defensa de la verdad que cada uno persigue. No diremos más. El final, en justicia, debe reservarse a los lectores.