Image: La llave del abismo

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Novela

La llave del abismo

José Carlos Somoza

29 noviembre, 2007 01:00

José Carlos Somoza

Premio Ciudad de Torrevieja. Plaza & Janés, 2007. 524 páginas, 18,90 euros

José Carlos Somoza (La Habana, 1959) tiene en su haber una decena de obras narrativas en todas las cuales es patente su inclinación a ciertos motivos que surgen una y otra vez. Desde Planos (1994) hasta La dama número 13 (2003) -pasando por títulos como La ventana pintada, La caverna de las ideas o Clara y la penumbra, entre otros-, los elementos de intriga y misterio se hallan presentes con variadas formas, unidos a la presencia de personajes perturbados y a situaciones directamente procedentes de subtipos narrativos reconocibles, como el de terror. La llave del abismo, que aparece con el aval de un premio, se halla dentro de esta línea novelesca y la acentúa, si cabe, al plantear una historia compleja que es, al mismo tiempo, un crisol en que se funden modalidades de relato de muy distinta naturaleza. Si en La caverna de las ideas (2000) Somoza situaba la intriga en el marco de una novela histórica ambientada en la Grecia clásica, La llave del abismo nos transporta hasta un mundo futuro, de fecha imprecisa pero remotísimo, en el que los pocos seres "biológicos" que aún quedan coexisten con una mayoría de individuos "diseñados", provistos de insospechadas facultades mentales y físicas, que disponen de numerosos artefactos técnicos hoy impensables, como sucede habitualmente en los relatos clásicos de anticipación. Lo primero que cabe decir de esta novela es, en efecto, que constituye un muestrario de subgéneros -el de terror, el de misterio, el fantástico- y que su esqueleto constructivo se ajusta al de la novela de aventuras, repleta de sucesos encaminados a encontrar algo que muchos individuos desean y que aquí es la misteriosa "llave" del título, variante del clásico tesoro perdido, del Grial o del Arca de la Alianza. Hay pasajes que son, incluso, fiel remedo de modelos narrativos concretos, bien explotados por la literatura o el cine. Así, la muerte de Anjali (pp. 439 ss.) reactiva la modalidad policial de "crimen en habitación cerrada" cultivada con frecuencia por autores como Agatha Christie o Ellery Queen. La tensa escena de la desactivación de la bomba, con la incertidumbre acerca del cable que hay que cortar, será también familiar para muchos lectores y espectadores de obras de aventuras. Toda la novela se halla impregnada de literatura y se apoya, además, en un clásico del relato fantástico como Lovecraft, que ha proporcionado, como el propio autor reconoce, buena parte del basamento "ideológico" de la historia narrada.

Lo que sucede es que, desde su propio planteamiento, la complejidad de las situaciones, los desplazamientos constantes, los numerosos personajes de nombres a menudo exóticos que aparecen, se esfuman y resurgen, sus cambios continuos -benefactores que se transmutan en traidores, amigos aparentes que sólo buscan el engaño, máscaras que ocultan siempre una realidad- y las explicaciones continuas que tratan de aclarar lo que por sí mismo es engañoso y confuso, recargan el discurso narrativo con una prolijidad de datos e informaciones no siempre pertinentes ni oportunos que perjudican la nitidez de su de-sarrollo. Ciertamente, en una novela construida, como ésta, sobre el esquema del relato de aventuras deben sucederse muchas acciones, pero tal requisito, con ser inexcusable, no es por sí solo suficiente. Porque no se trata únicamente de yuxtaponer o encadenar sucesos, sino de seleccionarlos y dosificarlos de modo que no se amontonen y que cada uno tenga, por así decir, su jerarquía en el conjunto, algo que se deriva del tratamiento y la extensión que reciben. Aquí se echa de menos esa dosificación, y todos los hechos parecen tener la misma importancia, cuando precisamente la acumulación de episodios, su número excesivo, exigía diferenciarlos por su relieve. El curso narrativo puede tener meandros, pero no brumas que lo oscurezcan. La llave del abismo es una obra ambiciosa -lo que resulta, sin duda, elogiable- y Somoza un escritor eficaz, capacitado para desarrollar cada escena con el estilo y el tono adecuados, y que en esta ocasión ha logrado esbozar algunos personajes convincentes, como Daniel, Darby o Maya, y escenarios originales, como la Zona Hundida, pero la articulación del conjunto, la conversión de la compleja historia en novela, tiene numerosas fisuras y es, en buena medida, literatura de segundo grado, no sólo por su voluntaria dependencia de Lovecraft.

Tres preguntas para J. C. Somoza

Thriller, novela de aventuras, de misterio, de terror, de ciencia-ficción... ¿Qué es La llave del abismo?

-Tal vez sea el menos indicado para responderle, pero si fuese un librero lo colocaría en el stand de novedades para todos los lectores, y luego, en el de thrillers y novelas de aventuras.

l ¿Le preocupa que la acción limite la profundidad de la obra?

-No, he escrito el relato que he querido, con mucha acción, porque es compatible con la buena literatura. Me importa más lo que hacen los personajes que lo que dicen o piensan.

l No es un libro sobre terrorismo, pero el protagonista descubre a un pasajero con una bomba... ¿Influye el miedo en su literatura?

-Me influye, pero también como lector y como espectador, porque el miedo se ha globalizado, y hoy resulta más fácil que nunca contagiarlo. El problema es evitar que se desboque.