La grieta
Doris Lessing
20 diciembre, 2007 01:00Doris Lessing
Los editores, que hasta hace poco publicaban sólo libros para los lectores, hoy en día caen en demasiadas ocasiones en la tentación de editar volúmenes para consumidores. Piensan, y con razón, que la mayoría de los compradores adquirirán los títulos de los autores-marca sin pensar, sólo por el nombre. La mejor excusa para adquirir La grieta de la flamante ganadora del premio Nobel, es su firma, Doris Lessing (1919), cuya rúbrica identificamos con narraciones inolvidables, como la novela El cuaderno dorado (1962), texto cruzado por la convicción y experiencia de cuál debía ser el papel de la mujer en la sociedad del medio siglo pasado, y que además puede avalar cualquier libro de literatura.Las mejores novelas vienen atravesadas por la fuerza de la invención, verbal o imaginativa, y enmarcadas en una forma que condensa el tema es un estilo peculiar en ese libro. La prueba de fuego para saber si una narración vale reside en su tema. Si al leer lo notamos firme, coherente, que dice y sugiere asuntos interesantes, vamos por el buen camino, si el tema se nos deshace en la mente como una hoja seca de otoño, malo. Pues eso pasa con La grieta, que el tema se queda en polvo. El empeño, como siempre en Lessing, supone un despliegue de bravura.
La escritora inglesa quiso ofrecer a las feministas un penúltimo salto, colocando a la mujer, al sexo femenino, en la cuna del nacimiento del ser humano. Pero para hacer eso se salta las teorías de la evolución humana, convirtiéndose sin querer a la doctrina del creacionismo oscurantista, lo último que podríamos esperar de una luchadora intelectual nata como ella. Y todo para obtener una victoria pírrica, la del feminismo, que las mujeres ganaron hace ya mucho tiempo, cuando sus derechos fueron recogidos por las leyes y por las costumbres de las gentes civilizadas. Estos días, con motivo de la entrega del Nobel, se ha enredado en una batalla igualmente inútil, nada menos que contra el uso del internet.
Cito la apertura del texto reseñado: "En un artículo científico se comentaba que el ancestro humano originario y primordial era probablemente una mujer, y que los varones habían aparecido después, como una especie de ocurrencia cósmica posterior. […] La idea me vino como anillo al dedo, ya que me había estado preguntando si los hombres no constituían un espécimen más reciente en el desarrollo de la humanidad, una variación segunda" (pág. 7). Y a partir de esta idea 'científica' se desarrolla el extraño relato de unas mujeres que habitan en un ambiente entre acuático y terrestre, y tienen bebés sin contacto con los hombres, hasta que un día nace un monstruo, un hombre, con protuberancias frontales, las mujeres lo quieren matar, pero lo salva un águila. Crecerán más monstruos, co- mo se llama a los seres con protuberancias, ocurrirán mezclas con las grietas por el interés natural que sienten entre sí, los seres con protuberancias frontales y las mujeres grietas se aparearán, naciendo en consecuencia cada vez más bebés de ambos tipos, grietas y monstruos...
Donde sí se advierte a Lessing la novelista es en la forma narrativa de la obra, que viene contada por un senador romano, quien estudia los documentos antiguos donde se preserva esta historia, escritos que a su vez están basados en "testimonios orales aún anteriores" (pág. 18). Este contemporáneo de Nerón sopesa la teoría de la primacía de la mujer y contraste su época con la de las grietas y monstruos, lo que entraña contrastar la posición desventaja de la mujer durante la historia con la aventajada en la era de las grietas. Es lo mejor del libro. Lessing recrea con talento ese momento épico, parecido al de la época del Cid o de los romances artúricos, donde leyenda y realidad se mezclan en una imposible discontinuidad.
Una historia adánica, en fin, que interesará a quienes deseen aceptar una variante femenina al mito de la creación humana.