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Novela

Anónimos

Miguel Sanfeliú

5 junio, 2009 02:00

Miguel Sanfeliú. Foto: Marta González

Traspiés. Cádiz, 2009. 61 páginas, 12 euros

Es una verdadera delicia tropezar con proyectos editoriales como éste. Textos de calidad y una cuidada sencillez son las señas de identidad de la colección de pequeño formato Vagamundos de relatos ilustrados. No es el primer sello que opta por dar un trato de excelencia al formato de bolsillo —en este terreno son referencia obligada editoriales como Periférica, Minúscula y más recientemente Ediciones del Viento o Menoscuarto, entre otras—, tal vez como un modo de oponer resistencia a la tendencia de ciertos grandes grupos editoriales, cuyas novedades a veces parecen concebidas sólo para ocupar espacio en las mesas de novedades. Para encontrar los libros de Vagamundos hay que tener buena vista. En todos los sentidos.

Con cuatro relatos se da a conocer el escritor e ilustrador canario radicado en Valencia Miguel Sanfeliu (Santa Cruz de Tenerife, 1962). En el prólogo, él mismo explica que los textos se han cocinado al fuego lento de casi veinte años y que nada tienen en común. Se equivoca el autor en esta apreciación de su propia obra, a mi juicio, ya que los relatos aquí reunidos comparten claramente ambientación y preocupaciones. Todos ellos hablan de la soledad del individuo frente a un mundo agresivo que no se deja comprender y del que nada se puede esperar. Rozan lo sobrenatural sin llegar a traspasar la barrera y dejan en el lector una sana inquietud que sobrevive a la lectura. Miguel Sanfeliu es un narrador que sorprende a su lector con giros inesperados, que bebe de fuentes poéticas para ofrecer imágenes estupendas y que ahonda en los terrores del ser humano con frialdad de cirujano. Sus temas seducen desde el planteamiento: el hombre acosado por su propia invención, el otro a quien aterrorizan ciertos anónimos dejados en su correo, el gemelo agazapado en el interior del hermano superviviente o el campeón de ajedrez que sólo gana cuando no es capaz de medir las reales dimensiones de su enemigo. Y convencen una vez desarrollados. En suma, el único gran defecto de este pequeño gran libro es precisamente eso: su brevedad.