Los hombres de la guadaña
John Connolly
30 octubre, 2009 01:00John Connolly. Domenec Umbert
En esta séptima entrega de la serie, Parker cede el protagonismo al duo de colaboradores que normalmente le echan una mano en sus feroces pesquisas: Louis y Angel, dos asesinos a sueldo que forman una pareja de letales amantes. En sus primeros compases, la narración retrocede hacia el pasado de Louis, su difícil infancia en un pueblo sureño, sus problemas con la ley cuando decide tomarse la justicia por su cuenta. El joven negro se ve empujado por las circunstancias, pero también posee un don fabuloso para el asesinato, una extraordinaria sangre fría y una absoluta falta de escrúpulos. Por eso, un misterioso enviado decide salvarlo de la cárcel y reclutarlo para que forme parte de un selecto grupo de asesinos: los Hombres de la Guadaña.
Un millonario excéntrico, alérgico a toda clase de contacto humano, quiere contratar a Louis y Angel para deshacerse de un antiguo competidor. El encargo es peliagudo y le sirve a Connolly para mostrar sus vastos conocimientos en armas, técnicas de lucha y sistemas de alarma. También para ir mostrando las cartas escondidas en la manga: un viejo enemigo al que Louis dejó vivo, una calculada y demorada venganza. Mientras Louis, Angel y su banda de guerrilleros se dirigen hacia su destino, un viejo mecánico a punto de jubilarse y su ayudante tienen que encontrar a Parker para intentar enderezar las cosas.
La trama de acción, llena de sorpresas y golpes de efecto, se sostiene con eficacia, tensión y alguna que otra soberbia elipsis, como la que deja a la pareja protagonista indefensa durante un buen puñado de páginas. El resultado es una lectura ágil, inquietante, pero mucho más superficial de lo que dejan suponer sus embarradas y oscuras aguas.