Novela

Amor patético

Rafael Martínez-Simancas

11 diciembre, 2009 01:00

Algaida. Sevilla, 2009. 256 pp, 17 euros


La crisis de los cincuenta ha dado para mucha y muy variada literatura. También, como demuestra esta primera novela del periodista cordobés Rafael Martínez-Simancas (1961), para la sátira cargada de autocrítica y para el sentido del humor en todas sus variantes y con todos sus sabores, de la ironía al sarcasmo, de lo tierno y dulce a lo mordaz y ácido. En las páginas de esta historia, el autor ejerce de cronista de su generación para contar con un ritmo y un desparpajo nada corrientes la peripecia de dos amigos en su viaje hacia el ligoteo desenfrenado. El viaje termina cuando se dan de bruces con la realidad, catan el amor, el desamor y al fin se refugian en la amistad que les une.

El protagonista y narrador de esta historia, José Antonio, tiene 50 años "algo pasados y también algo usados", según dice, y es "español, curioso, soltero, acomplejado y solitario". Su mejor amigo, otro que tal, se llama Eduardo y acaba de inventar la fórmula de la seducción. Juntos, como buenos camaradas, deciden probarla. Su periplo en pos de lo femenino puede leerse como el viaje de un par de pícaros modernos o como la parodia del viaje iniciático. En el fondo, es muy ibérico eso de reírse hasta de la tierra que pisas. Y eso hace el narrador, conducido por su autor, con un estilo directo y dinámico que viene tan cargado de ocurrencias felices que deslumbra al lector y le hace reír a carcajadas. El humor de Martínez-Simancas es ácido, pero en su justa medida. Es el humor del que siempre lleva la peor parte y se ha resignado.

Puede que ésta sea una novela que divierta más a los hombres que rondan los cincuenta que a cualquier otro lector. Sin embargo, los constantes malabarismos lingöísticos de sus páginas deslumbrarán a cualquier lector, por exigente que sea. Habría que inventar una categoría para este libro. No estaría mal "literatura escapista ensimismada". Ya sé que es un poco pedante, ustedes perdonen. Reírse de uno mismo para reírse del mundo. Eso quería decir.