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La carta cerrada
Gustavo Martín Garzo
11 diciembre, 2009 01:00Gustavo Martín Garzo. Foto: Carlos Espeso
De todo ello se compone La carta cerrada, novela contada por dos narradores alternantes que son la madre y su hijo menor, Ana y Daniel, desde sus perspectivas complementarias. Los cinco capítulos impares, de los diez que componen la novela, están contados por Daniel, que mantiene su visión de niño y adolescente en la rememoración posterior de su aprendizaje vital con una madre atormentada por la muerte del hijo mayor. Los cinco capítulos pares están narrados por la madre desde su perspectiva adulta.
La madre se retrotrae a su vida de soltera y de recién casada en Zamora, con referencias a la guerra y los años precedentes, mezcladas con sus recuerdos de posguerra en Valladolid y en un pueblo recreados ahora en subjetivo desorden de la memoria. El eje temático de su relato está en su relación amorosa con el marido, en la conciencia de culpa por la muerte de su hijo y en el amor materno a Daniel, destinatario explícito de su monodiálogo. En los tres aspectos hay una cuidadosa graduación de la información, sobre todo en la introspección psicológica de una mujer sensible que pasa por épocas de amor y desamor a su marido, comisario de policía, bruto y práctico, que la engaña con otras y con una de sus amigas, por lo cual ella sufre de incomprensión y de soledad que, con motivo de la muerte del hijo, la arrastran al borde del suicidio o la empujan a abandonar a su familia, dejando su deseo de perdón en un sobre cerrado a nombre de Daniel. Igual dosificación informativa se aprecia en las manifestaciones de amor materno-filial y en la información acerca de la muerte del hijo.
En esa carta cerrada está el título de la novela, cuya historia se completa con la narración alternante del hijo. El mayor acierto estructural radica en la complementariedad de ambas narraciones. La del hijo rememora su pasado en la recreación de experiencias familiares en la ciudad y en el pueblo, manteniendo su perspectiva de niño y adolescente que intuye conflictos. La comicidad se intensifica en los recuerdos del pueblo, con personajes como el padre Bernardo, la tía Gregoria o Teodorín y su burra Paola, y con homenaje a Delibes: Daniel lleva el mismo nombre que el protagonista de El camino.
Otros elementos que enriquecen esta novela son las historias intercaladas. También cabe resaltar la eficaz combinación de narración, descripción y reflexión. Y, como suele ocurrir en los textos de Martín Garzo, la calidad literaria de una prosa muy elaborada en su captación de matices en el delicado tratamiento de temas como el amor y la muerte o en la visión poética de la naturaleza en sus más sutiles transformaciones.
ALGO PERSONAL
- ¿Cumple este libro un viejo sueño?
- Mi sueño es escribir la historia más hermosa. Esa historia que una vez contada no pueda olvidarse jamás. Me temo que nunca lo consigo.
- ¿Es la más realista de sus obras?
- Mis novelas nunca son realistas, pertenecen al mundo del relato. Hablan de la parte condenada del mundo.
- ¿Como forma de sobrevivir?
- No sólo de sobrevivir, sino de seguir deseando. El gran motor de la escritura y la vida es el deseo.