Image: El hombre vigilado

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Novela

El hombre vigilado

Vesko Branev

22 enero, 2010 01:00

Vesko Branev. Foto: Santi Cogolludo

Trad. de N. Sobregués. Galaxia Gutenberg, 2009. 428 páginas, 24 euros


Esta impactante novela biográfica personal del escritor y cineasta búlgaro Vesko Branev (Sofía, 1932) recoge y comenta con enorme agudeza numerosos momentos de una vida transcurrida bajo un régimen totalitario y el efecto que produce sobre la conducta humana. El autor elabora el volumen a base de "recuerdos a partir de expedientes de la policía secreta", como reza en el subtítulo. O sea, que una vez caído el muro de Berlín y tras la llegada de la democracia a Bulgaria, consiguió leer su expediente, y en él pudo averiguar el seguimiento de la policía secreta búlgara y los nombres de las innumerables personas que le traicionaron, como el propio hermano de su mujer. Es una historia sórdida, pero Branev orilla el mero relatar un caso más de miseria humana, optando reflexionar sobre ella.

El texto rebosa ideas sugeridas por la precaria situación de una vida vivida bajo un régimen comunista prosoviético. Se enuncian cuestiones vigentes de nuevo hoy en día, como por qué una "gran cantidad de intelectuales en la Europa de entreguerras eligieron precisamente la violencia para poner en práctica su noble aspiración a una sociedad más justa" (pág. 56). Quizá la pregunta debe repetirse precisamente ahora, cuando se rehabilita la figura de Stalin en Rusia y los autoritarismos florecen en Hispanoamérica. Comenta también las deformaciones de la persona exigidas por la presión del régimen totalitario. Por ejemplo, la ambivalencia en que vive el oprimido, obligado a desarrollar una "segunda sombra del ser humano" (pág. 62) para relacionarse con los otros. Presentarles siempre un yo falso, con el que hay que vivir. Así nace la alergia a decir la verdad. Quienes hemos vivido bajo un régimen dictatorial apreciamos los comentarios sobre esa "parcela de libertad" (pág. 57) que con suerte los padres supieron crear dentro del seno de la familia, que amortigua "el odio a toda forma de libertad individual" (pág. 65), tan evidente en la violencia verbal de las expresiones autoritarias.

Algunos pasajes del libro descubren con una contundencia expresiva y una penetración psicológica sobrecogedoras las entrañas de la dictadura. Así, Branev explica cómo se siente el individuo cuando la inflexibilidad ideológica choca con la libertad personal: "Es como si una pandilla de barrio, armada de puños americanos, se abalanzara sobre un niño que juega a la pelota" (p. 208). Muchos sabemos, y bastantes experimentado, la injusticia de un ataque ideológicamente motivado hacia las páginas de un artículo o de un libro, que sólo buscan el diálogo: "Quizás [ciertos críticos] me consideraban un hábil mago de feria que en un instante puede convertir una flor de papel en una espada de acero y la diversión en amenaza" (p. 227).

Branev dedica páginas memorables al llamado "realismo socialista" (págs. 177-178). Explica la superficialidad de esta manera de escribir, pues evitaba la representación de cualquier complicación humana, cuando la escritura de verdad pretende llegar a minar las vetas profundas del ser. Y, claro, cuando el individuo merodea por la superficie de la realidad sin auscultar los movimientos del espíritu, la astucia se convierte en su principal aliado. Las sociedades fascistas y postfascistas están llenos de talentos desperdiciados que terminan humanamente muy debilitados.El libro cuenta además con un más que recomendable prólogo de Todorov, amigo íntimo de Branev, que resalta un aspecto adicional de la obra: su advertencia sobre el poder de las prácticas totalitarias, que siguen amenazando a las democracias.

Todorov y Branev, cara y cruz

En el prólogo del libro, Tzvetan Todorov (Sofía, 1939), uno de los intelectuales europeos más admirados, asegura ver en Branev "a un doble mío". "Estoy seguro de que si se hubiera quedado en Occidente, habría tenido una trayectoria más o menos similar a la mía en su ámbito, que era el cine. Y si yo me hubiera quedado en Sofía habría tenido un destino parecido al suyo. [...] Apenas tuve tiempo de meter los dedos en el engranaje, pero sentí su poder. [...] Por eso, al leer su libro siento la extraña sensación de estar enfrentándome conmigo mismo, o mejor, con un doble fantasmal, el ser en el que habría podido convertirme. Pero la bifurcación que tomaron nuestras vidas a los 24 ó 25 años nos condujeron por caminos muy distintos."