Image: Perder teorías

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Novela

Perder teorías

Enrique Vila-Matas

1 octubre, 2010 02:00

Enrique Vila-Matas. Foto: Antonio Moreno

Seix Barral. Barcelona, 2010. 65 páginas, 12 euros


Los numerosos lectores de Enrique Vila-Matas (Barcelona, 1948) están de enhorabuena: a poca distancia de Dublinesca aparece este nuevo y sucinto volumen del autor catalán. Aunque, para ser precisos, debemos preguntarnos si, además de breve, es también nuevo, porque, como anticipa la fantasmagórica Liz Themerson que firma el prólogo, Perder teorías "viene a ser precisamente la ampliación de un episodio que se halla al comienzo de Dublinesca". Las conexiones con esta obra, y también con Dietario voluble, son indudables. Pero también hay aquí embutidos otros textos anteriores del autor. Varias páginas de los capítulos 9 y 11, dedicadas a comentar la novela El mar de las Sirtes, de Julián Gracq, reproducen, incluso literalmente en muchos párrafos, un artículo del autor publicado en El País (5.I.2008). Lo que se dice de Raymond Roussel y de su Locus Solus en el capítulo 9 procede igualmente, sin cambios apreciables, de otro artículo de la misma publicación aparecido el 7 de febrero de 2009. Y no son éstos los únicos casos.

Naturalmente, un autor tiene derecho a republicar como desee sus propias creaciones, pero aquí no se trata de reproducir obras de otra época tal como surgieron en su momento -lo que sucedería, por ejemplo, en una compilación antológica de ensayos o artículos-, sino de insertarlas en un nuevo molde que permite, una vez más, ensayar la aplicación de las ideas literarias de Vila-Matas.

Si cada obra literaria es la restitución peculiar de "la enorme materia literaria que le precede" (p. 31) -yo mismo he repetido que la literatura se nutre esencialmente de literatura-, en Perder teorías existe esa materia literaria, constituida por escritores -reales o inventados ad hoc- que el autor cita a menudo, pero también por obras propias, que convierten el texto actual en el resultado de otros previos, del mismo modo que el escritor de hoy es la consecuencia del lector y el escritor que fue en el pasado.

La conversión de éstas y otras ideas sobre la creación literaria en materia narrativa, con un personaje central que coincide con el autor y que se desplaza a Lyon para participar en un congreso internacional en el que finalmente no intervendrá, es fragilísima y apenas logra borrar en el lector la impresión de que se halla ante un volumen facticio, repleto de ideas inteligentes -pero ya conocidas-, de perspec- tivas agudas sobre ciertas obras literarias -pero ya publicadas antes- y de otros juegos a los que el autor catalán nos tiene acostumbrados, como las citas falsas o tergiversadas, algo que le reprocha humorísticamente su fantasmal prologuista, que, sin embargo, participa de la misma afición cuando adjudica a un inexistente filósofo de Oxford una frase de Groucho Marx. Pero acaso el ingenio, la agudeza y la notable cultura literaria del escritor son insuficientes para sostener una obrita confeccionada a base de recortes, que no suma nada especial a la trayectoria de Vila-Matas, lo que en un creador hay que interpretar siempre como un aviso de peligro.

El público fiel de sus lectores, que ha ido creciendo gracias al trabajo sostenido y coherente de muchos años, no se sentirá defraudado, porque hallará en estas páginas un Vila-Matas en estado puro. Pero lo cierto es que, de la copa de champaña que muchos esperaban, se les ha ofrecido tan sólo la espuma.