Perder teorías
Enrique Vila-Matas
1 octubre, 2010 02:00Enrique Vila-Matas. Foto: Antonio Moreno
Naturalmente, un autor tiene derecho a republicar como desee sus propias creaciones, pero aquí no se trata de reproducir obras de otra época tal como surgieron en su momento -lo que sucedería, por ejemplo, en una compilación antológica de ensayos o artículos-, sino de insertarlas en un nuevo molde que permite, una vez más, ensayar la aplicación de las ideas literarias de Vila-Matas.
Si cada obra literaria es la restitución peculiar de "la enorme materia literaria que le precede" (p. 31) -yo mismo he repetido que la literatura se nutre esencialmente de literatura-, en Perder teorías existe esa materia literaria, constituida por escritores -reales o inventados ad hoc- que el autor cita a menudo, pero también por obras propias, que convierten el texto actual en el resultado de otros previos, del mismo modo que el escritor de hoy es la consecuencia del lector y el escritor que fue en el pasado.
La conversión de éstas y otras ideas sobre la creación literaria en materia narrativa, con un personaje central que coincide con el autor y que se desplaza a Lyon para participar en un congreso internacional en el que finalmente no intervendrá, es fragilísima y apenas logra borrar en el lector la impresión de que se halla ante un volumen facticio, repleto de ideas inteligentes -pero ya conocidas-, de perspec- tivas agudas sobre ciertas obras literarias -pero ya publicadas antes- y de otros juegos a los que el autor catalán nos tiene acostumbrados, como las citas falsas o tergiversadas, algo que le reprocha humorísticamente su fantasmal prologuista, que, sin embargo, participa de la misma afición cuando adjudica a un inexistente filósofo de Oxford una frase de Groucho Marx. Pero acaso el ingenio, la agudeza y la notable cultura literaria del escritor son insuficientes para sostener una obrita confeccionada a base de recortes, que no suma nada especial a la trayectoria de Vila-Matas, lo que en un creador hay que interpretar siempre como un aviso de peligro.
El público fiel de sus lectores, que ha ido creciendo gracias al trabajo sostenido y coherente de muchos años, no se sentirá defraudado, porque hallará en estas páginas un Vila-Matas en estado puro. Pero lo cierto es que, de la copa de champaña que muchos esperaban, se les ha ofrecido tan sólo la espuma.