Image: Todo es silencio

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Novela

Todo es silencio

Manuel Rivas

19 noviembre, 2010 01:00

Manuel Rivas. Foto: Roberto Cárdenas

Alfaguara. Madrid, 2010. 245 páginas, 18'50 euros


El escritor coruñés Manuel Rivas (1957) es lo bastante conocido para no necesitar presentación alguna. En Todo es silencio vuelve de nuevo la mirada hacia su Galicia natal para abordar un problema que ha ocupado mucho espacio en los medios informativos durante los últimos lustros: la transformación del tradicional contrabando de tabaco en las costas gallegas en operaciones de narcotráfico a gran escala. Pero este fondo temático, tratado a veces de modo elusivo, es tan sólo el ámbito en que se mueven unos personajes -no muchos, a decir verdad- cuyos per- files han interesado especialmente al escritor. Una primera parte de la novela, más breve, muestra la infancia y adolescencia de algunos de ellos en la imaginaria localidad de Brétema: Víctor Rumbo (Brinco), Leda, Fins, Chelín. A distancia, dominándolo todo, el todopoderoso Mariscal, jefe de todas las acciones sospechosas o al margen de la ley que se producen en la comarca, caracterizado siempre como un sujeto vestido de blanco y con guantes, amigo de recordar frases en latín y acompañado siempre por un hosco guardaespaldas. La segunda parte da un salto cronológico. Ya adultos, Brinco y Leda, casados, forman parte de la organización de Mariscal, mientras que Fins, ausente de la localidad durante unos años, vuelve convertido en policía y encargado de atajar las operaciones de narcotráfico.

Hay en todo esto numerosos recuerdos cinematográficos, de películas como Once Upon a Time in America (1984), de Sergio Leone, y, sobre todo, de Mystic River (2003), de Clint Eastwood, y ciertos recursos narrativos refuerzan esta impresión del relato en imágenes, como la composición del relato en breves secuencias aisladas, que ofrecen escenas no siempre hilvanadas cuya continuidad deberá restablecer el lector. Pero, por encima de otros ecos, el modelo más evidente de este modo de narrar está en el Valle-Inclán de Tirano Banderas y de algunos esperpentos. La conversación entre Barbeito y el doctor Fonseca en el capítulo XVI, por ejemplo, contiene pasajes de buscada grandilocuencia paródica que podrían figurar en algunas páginas valleinclanescas, y lo mismo podría decirse de algunos cierres de secuencia o escena con frases exclamativas de un personaje (pp. 41, 61, 97, 115, 215, 229, etc.), rasgo estilístico de idéntico origen.

Por otra parte, Rivas es un excelente prosista, capaz de encontrar la expresión nueva e inesperada que sorprende al lector: "En el pasillo, el viento metía ráfagas de luz prendidas de las cortinas" (p. 46). O este ejemplo de imagen surgida del marco de la acción: sobre la mesa de una casa de la costa hay "una botella expósita" que "tiene por el ecuador la marca del vino tinto, la línea seca de una marea" (p. 106); los establecimientos de alterne "eran en su mayoría lugares cutres y siniestros, con una arquitectura depresiva que supuraba pus de neón" (p. 200). También, en medio de estos hallazgos, se desliza alguna adjetivación inapropiada ("aquel automóvil que sube la cuesta con una calma alevosa", p. 43) que no empaña la calidad del conjunto.

Sin duda, el prosista se halla aquí por encima del novelista, como acreditan numerosos toques paisajísticos y la caracterización ambiental, pero en la construcción narrativa sí se echa de menos un diseño psicológico más acabado de algunos personajes, como Leda y Fins -en cuyo interior adivinamos recovecos aquí eludidos-, así como mayor claridad en algunas secuencias de los capítulos postreros y en el perfil de tipos que se acumulan sin estar suficientemente delimitados, como Gamboa, Mendoza o Rocha, frente a otros que, siendo episódicos, resultan más nítidos para el lector, como Barbeito o Fonseca. Pero, aunque esta mezcla de drama y esperpento no alcance el equilibrio deseable, es preciso destacar el interés del asunto -que la literatura narrativa española debería acometer con más frecuencia- y el acierto del autor al huir de planteamientos convencionales que podrían haber acercado peligrosamente el relato a una historia truculenta de buenos y malos.