Image: 101 poemas + 19 = 120 poemas

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Poesía

101 poemas + 19 = 120 poemas

ángel González

28 junio, 2000 02:00

Prólogo de Luis García Montero. Visor. Madrid, 2000. 227 páginas,1.400 pesetas

Para los aficionados a la poesía de ángel González, que son legión, muy limitado interés presenta este nuevo libro suyo.¿Libro nuevo? Sólo con muy buena voluntad puede considerarse así. Ni siquiera el prólogo es nuevo. Como no son inéditos -se han publicado, y más de una vez, en revista o en libro- la mayoría de los "Poemas inéditos" a los que se refiere el segundo sumando del largo y quizá poco afortunado título, 101 poemas + 19= 120 poemas (pruebe el lector a repetirlo en una librería).

Tan poco nuevo es este nuevo libro que el prologuista, Luis García Montero, ni siquiera ha necesitado leerlo para escribir su prólogo, algo de sorprendente superficialidad en tan excepcional poeta doblado de estudioso. Comienza como si fuera un escolar de bachillerato respondiendo a una pregunta del examen de literatura: "ángel González es uno de los poetas más representativos del grupo literario del 50". Y continúa con una frase que el profesor subrayaría llamativamente en rojo: "En sus poemas pueden encontrarse las caraterísticas más destacadas por la crítica". Pues claro, sólo faltaría que las características que más destaca la crítica en sus poemas no se encontraran en sus poemas.

Beneficia poco a Luis García Montero reproducir como nuevas palabras de hace diez años, palabras divulgativas además, destinadas a presentar una lectura de ángel González ante un público amplio. Esa presentación de una lectura en la Alhambra se reprodujo en su libro Confesiones poéticas, de 1993, con la indicación de la fecha en que fue escrita: 1991. Ahora, en un ingenuo ejemplo de deshonestidad intelectual (suyo o quizás del editor), se tacha esa fecha y el adjetivo "reciente" aplicado al libro de Debicki sobre ángel González, publicado en 1989. No se añade ni una palabra sobre el libro que prologa, que habría necesitado alguna aclaración.

Desde 1985, año de Prosemas o menos, ángel González ha ido escribiendo un nuevo libro del que el cuaderno Deixis en fantasma, de 1992, puede considerarse un anticipo. Es esta poesía final más deshilachada, con menos empaque retórico, como escrita con mano de niebla, con algo de intimista balbuceo, de variaciones para una despedida. Pero la poesía elegíaca y amorosa de Deixis en fantasma no representa el único tono de los poemas que ángel González ha ido escribiendo en estos últimos 15 años.

En los poemas inéditos que cierran esta antología se encuentran muestras de sus variados procedimientos líricos y narrativos. El primer poema (uno de cuyos versos, "luz, o fuego, o vida", da título a otra reciente selección antológica) nos presenta al ángel González, poeta impresionista, paisajista con un casi oriental sentido del matiz, que sabe describir como nadie el paso de las estaciones, los cambios de luz de un momento a otro, lo que pasa cuando no pasa nada, salvo el tiempo: "El otoño se acerca con muy poco ruido:/ apagadas cigarras, unos grillos apenas,/ defienden el reducto/ de un verano obstinado en perpetuarse,/ cuya suntuosa cola aún brilla hacia el oeste".

Otros poemas que se incluyen en la misma línea son "Alba en Cazorla" o "Volver a ver el mundo": "En los últimos días del verano,/ el tiempo detenido en la gran pausa/ que colmaría septiembre con sus frutos..."

Los "Versos amebeos" recogen una muestra de su poesía amorosa. Los llama de esa arcaica manera porque se trata de poemas que parecen dialogar entre sí, como los versos amebeos en la poesía bucólica. "Acaso un nombre pueda modificar un cuerpo" se titula uno de los poemas, el más imaginativo en su juego con las connotaciones de los diversos nombres de mujer; y el siguiente: "A veces, un cuerpo puede modificar un nombre".
En "Fragmentos" es el ángel González ingenioso, el que aproxima la poesía al chiste, el que encontramos. En los primeros casos se trata de poemas de un solo verso (o de dos, si contamos el título como verso, a lo que induce la tipografía): "¡Mi gozo en un pozo!", dice el que se titula "Sed en Castilla"; "Se murió de risa" -uno de los poemas más breves del mundo- se titula "Triste gracia". Son poemas que a algunos le harán gracia y a otros, como es inevitable, triste gracia.

Termina la selección de poemas inéditos con "Papel viejo", tres poemas rescatados de la época de la poesía social; son poemas que disuenan grandemente del conjunto, sobre todo el primero "Campo de concentración (Burgos, 1938)", quizá demasiado obvio y melodramático; "Gajes del oficio" parece de un buen imitador de ángel González; el último poema (como algunas de las variaciones que se incluyen en "El lugar de la pregunta") resta, más que suma, a una obra ejemplar, toda ella reunida en Palabra sobre palabra, salvo un último libro que el autor se resiste a dar por concluido y va anticipando con cuentagotas (y casi siempre las mismas gotas).