Libros como el presente son una grata sorpresa, por su novedad y originalidad, aunque nos remita a una tradición largamente olvidada. Del color de los ríos es una indagación doble y afortunada. En primer lugar, en cuanto al tema, el devenir existencial de tres generaciones de mujeres cuya vida se desarrolla en el campo. Su escritura se caracteriza por una muy depurada utilización de los elementos líricos, herederos de una línea popular pasada por formas cultas, pero diáfanas en su valor de comunicación.

El vocabulario que recorre sus versos nos remite a una realidad campesina, hoy casi olvidada, perteneciente a registros que invocan a la poesía del siglo de Oro. Pero a su vez, y éste es el gran acierto de Juana Castro, sus versos son el resultado de una escritura ciertamente moderna. Desde una adolescencia primera, en la que una muchacha debe adoptar un papel ambiguo de zagal, tras la muerte de su madre, el libro va desgranando su desarrollo vital, narrando en primera persona, poema a poema, la dureza y la desolación del campo.

No es casual que Juana Castro, nacida en Villanueva de Córdoba en 1945, tenga ya en su haber premios como el Juan Ramón Jiménez, Carmen Conde de poesía, entre otros, y varios libros publicados: Concava mujer, Del dolor y las alas, Arte de cetrería, Alta traición, Fisterra o No temerás. Así mismo, ha publicado en prosa Valium 5 para una naranjada (1990) y como traductora, en colaboración con E. Coco 25 años de poesía en Italia.

En este recorrido generacional se encuentra un auténtico latido humano. No hay impostura, sino verdadera poesía de memoria femenina, que busca rescatar del olvido una identidad a través de antepasados, en su modesta historia de labores y renuncias. Y la escritura es la fórmula elegida por Juana Castro para esta indagación que permite re-conocer a esa alteridad que forma parte de nuestra identidad.