Image: Poema y enigma

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Poesía

Poema y enigma

José M. Cuesta Abad

13 septiembre, 2000 02:00

Huerga y Fierro. Madrid, 2000. 332 páginas, 1.800 pesetas

Decía Bergamín que "la poesía que no es nunca un jeroglífico es siempre un enigma". Cuesta Abad no opina lo mismo y, tal vez por ello, aspira a construir una hermenéutica que explique no tanto los posibles sentidos del poema como lo que éste contiene de verdad. Su libro es un ensayo brillante y riguroso, lúcido y compacto, difícil y esclarecedor. Poema y enigma es un libro-bisagra, en el que una de sus partes estudia lo poético, y la otra, formas concretas de ese poetizar. Filosofía y poesía son contempladas aquí como "decir en un desocultar", cuyo horizonte de experiencia está -y no está- en el significado del lenguaje. Para Cuesta, lo enigmático es la forma. Lo que le lleva a analizar conceptos de la antigua retórica, a releer pasajes de la Poética de Aristóteles (1458), a reflexionar sobre las figuras imposibles, y admitir la incomprensibilidad formal del enunciado.

El enigma, concebido aristotélicamente como una sinapsis de lo imposible, se apoya en una visión estructural de lo poético y de su realización, que es la metáfora. Cuesta Abad propone nada menos que una "Hermenéutica de la oscuridad", en la que estudia las relaciones entre lo enigmático y lo alegórico a partir del libro XV del De Trinitate de San Agustín. Sigue con una definición de Ménestrier y desemboca en la moderna crisis conceptual que lleva a sus extremos el Barroco: "para la Retórica figural de lo barroco la imaginación poética representa una metáfora o alegoría del concepto de Imaginación", que antecede y preludia lo romántico tanto como remite y mira hacia lo medieval, y anuncia "las orquestaciones espaciales del lenguaje poético moderno". La configuración laberíntica de la forma -que ejemplifica Góngora- y la poética de la referencia reflexiva -que encarnan Mallarmé, Eliot y Pound- se ven aquí como recreaciones y sucesiones tanto de un "yo efundido" como de una confusión: la de metafísica y metáfora que tematizará Gracián. La "figura absoluta" y las comparativas, estudiadas por Hegel, constituyen el siguiente paso: "la realización originaria del sentido poético del lenguaje", y la angustia producida porque "lo expresado del sentido no existe fuera de su expresión". En este punto Hegel es el antecedente directo tanto de Deleuze como de Guillaume. Heidegger y su reflexión sobre la sentencia de Anaximandro conducen a un pensar, entendido como poetización del enigma del ser, que implica una visión del poema "como espacio donde acontece la verdad".

La "poesía hermética" y la "poesía pura" son vistas aquí como "denominaciones ya tópicas que pretenden describir lo que se interpreta como una transformación histórica radical" y como prueba de que "la incomprensibilidad conceptual" es "el carácter propio de" la "naturaleza poética". Los místicos lo dijeron antes y también mejor; Cuesta lo reformula y lo retorna. La crisis de la interpretación conforma uno de los capítulos más inteligentes de este libro, que es un ejemplo de filología con temperatura filosófica y de teoría literaria basada en una segura erudición. Si Adorno y De Mann son sus guías, Gadamer le añade una concepción óntica del lenguaje. La segunda parte son tentativas hermenéuticas sobre textos de Baudelaire, Mallarmé, Borges, Celan, Zambrano y Valente. Cuesta ha escrito un libro de los que entre nosotros hay muy pocos y que inaugura un nuevo modo de leer y propone un nuevo modo de pensar: lo poético deja de ser aquí ese espectáculo superficial y calamitoso, que define la soberbia ignorancia de la última década, y se convierte en reflexión profunda sobre lo que la verdadera poesía siempre fue. Poesía y enigma es, por ello, un libro necesario.