Image: Los poemas de Vikram Babu

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Poesía

Los poemas de Vikram Babu

Jesús Aguado

4 octubre, 2000 02:00

Hiperión. Madrid, 2000. 106 páginas, 2.200 pesetas

La versatilidad de Jesús Aguado puede incurrir en frivolidad y superficialidad. No faltará quien piense que ya ha incurrido en ellas, y en más de una ocasión

Entre los poetas de las últimas promociones, pocos han escrito una poesía tan plural y tan difícil de reducir a una fórmula como Jesús Aguado. En su obra, ya abundante, hay realismo irónico (Los amores imposibles), disparatada parodia (Romance de Mateo el Jeta. Poema comic o contra la poesía), indagación existencial (Mi enemigo), y hay también, como manifiesta su Libro de los homenajes, un gusto por el pastiche centrado sobre todo en la tradición hindú. Y es que, aparte de su poesía, la labor literaria de Jesús Aguado ha consistido muy especialmente en divulgar entre nosotros esa cultura, como acredita, entre otros numerosos trabajos (algunos en colaboración con Chantal Maillard) su Antología de poesía devocional de la India (Benarés-Madrid, índica-Etnos, 1998).

Confirma la variedad de tonos de la poesía de Jesús Aguado la breve selección La gorda y otros poemas (4 Estaciones, Lucena) que acaba de aparecer con prólogo de álvaro García. El texto que da título al volumen ejemplifica bien el prosaísmo irónico de una parte de su poesía: "Como un niño a una rueda,/ la llevaba rodando a todas partes./ Nunca le dije gorda. Le llamaba/ mi pequeño planeta expulsado del cielo, / mi hamburguesita doble, mi ballena".

El último libro de Jesús Aguado, Los poemas de Vikram Babu, entremezcla el pastiche con la tradición heteronímica. Vikram Babu, según se nos informa en la nota preliminar, vivió en el siglo XVII, escribió en hindi y "nunca salió de un pequeño pueblo a orillas del Ganges, no lejos de Benarés". Tenía por costumbre contestar a las preguntas que le hacían "con pequeñas composiciones poéticas cuya base era siempre una comparación y luego una pregunta". Casi medio centenar de esas composiciones son las que integran este libro, todas las cuales comienzan con el "como" comparativo ("Como cajas vacías", "Como el rey que construye un palacio", "Como hormigas en fila") y terminan de la misma manera, con la fórmula "Vikram Babu pregunta" seguida de una interrogación que suele funcionar a modo de moraleja ("¿eres así?", "¿tú también?", "¿no es estúpido?").

El supuesto traductor, Jesús Aguado, señala que a Vikram Babu "su profundo sentido de la ironía, su concepción del símbolo y el uso de las imágenes le hacen sorprendentemente moderno". Y tiene razón: un puñado de estos poemas le dan la vuelta a la poesía didáctica, a la tradición sapiencial, y la llenan de ambigöedad y magia. Pero son sólo unos pocos poemas. En la mayoría se nota demasiado la fórmula; no parecen textos necesarios, sino únicamente aplicados ejercicios de estilo.

Y ese resulta quizá el mayor peligro que acecha al poeta Jesús Aguado: su versatilidad puede incurrir en frivolidad y superficialidad. No faltará quien piense que ya ha incurrido en ellas, y en más de una ocasión. Pero probablemente ese gusto por el continuo ejercicio, ese no limitarse a una línea para lograr un estilo fácilmente identificable, resulte ser condición necesaria para ampliar las tradiciones de la poesía española contemporánea. Gusto por el juego y por el riesgo no le faltan a la obra de Jesús Aguado, y ahí radica quizás su mayor virtud.
Mucho de aplicado pastiche hay en Los poemas de Vikram Babu, ciertamente, y las notables ilustraciones (sin firma, pero casi con seguridad del propio Jesús Aguado) contribuyen a darle un aire de erudita falsificación. Pero también hay un puñado de verdaderos poemas, de poemas que lograr salir indemnes del mecanicismo y la monotonía que el uso continuo de una misma fórmula da al volumen.Unas veces lo consiguen recreando imágenes tradicionales: "Como el bardo de arena/ que, apenas toca el agua,/ se deshace,/ se desmorona, muere, se disuelve:/ un puñado de tierra remontando ese río/ caudaloso y potable de la nada". Otras, contando una fábula que vuelve del revés las fábulas tradicionales ("Como el que acecha a un tigre"). Los poetas de obra abundante, como Jesús Aguado, aunque publiquen muchos libros, no suelen publicar libros, sino cuadernos de ejercicios de los que ir extrayendo los poemas del único libro que van componiendo poco a poco. Pero eso tal vez ocurra con todos los poetas.