Poesía

Tres poetas persas contemporáneos

Nima Yushij, Sohrab Sepehrí y Ahmad Shamlú

24 enero, 2001 01:00

Traducción de Clara Janés, Sahan y Ahmad Taheri. Icaria. Barcelona, 2000. 91 páginas, 1.500 pesetas

RESURRECCIóN

Yo fui todos los muertos:
los muertos de los pájaros que cantan
y están silenciosos,
los muertos de los más bellos animales
de tierra y agua,
los muertos de todos los hombres
buenos y malos.
Y estuve allí
en el pasado
sin canción-
sin una sonrisa
ni un anhelo.
Tu afecto
hizo que vieras
de noche
en tu sueño
y desperté
contigo.

Ahmad SHAMLÚ

En septiembre de 1906 Paul Valéry mantenía una peregrina discusión epistolar con André Lebey a propósito de la batalla de Salamina. Valéry discrepaba de su corresponsal en esto: en que, para él, los griegos habían vencido "a los arios más puros: a los persas" comandados por Jerjes "y este nombre -escribía- es respetablemente indoeuropeo". Los persas invocados por Valéry no son los mismos que estudia y traduce aquí Clara Janés sino otros que poco o nada tienen que ver con éstos. Los persas que traduce y estudia Janés son, para empezar, tres contemporáneos en la línea del tiempo, aunque no lo sean ni en la del espacio ni en la de la tradición.

Nima Yushij, Sohrab Sepehrí y Ahmad Shamlú son poetas de dos generaciones diferentes: el primero -nacido en 1895- participa en el intento de innovación formal propio del horizonte del modernismo anglosajón y de lo que podríamos llamar "el 27 hispánico". Como ellos, Nima supone una renovación del lenguaje, de las imágenes y de las ideas, que se hace visible también en sus ensayos de investigación rítmica y de experimentación métrica. Eso, unido al personalismo introducido por él en el poema, genera en su obra la realidad de un mundo nuevo que, en su consciente alteración de la sintaxis, produce una perspectiva extraña en el lector, que se siente inseguro y, a la vez, sorprendido por este nuevo e inusitado orden que rompe los esquemas sancionados por la norma y el gusto tradicional. El rigor de la censura y la resistencia estética del público determinaron que su obra no fuese aceptada hasta después de 1942. Pese a lo cual -o por cual- Nima Yushij suele ser considerado el fundador de la poesía persa contemporánea: su escritura es como un cruce de fronteras en las que pueden escucharse distintas voces de un mismo y solo mar. Los traductores han optado por dar una muestra de todos sus caminos. Lo que, si permite comprender muy bien sus diversas claves, impide ver su sólida unidad. Su selección -significativa- incluye, desde la etapa simbolista de "El horno frío", hasta "Nieve", un poema de alusión política en la que hay ímplícito un testimonio también social. Su influencia en los poetas de la generación siguiente fue tan profunda y amplia como la que Aleixandre y Cernuda tuvieron en la poesía escrita en español.

Entre los denominados modernos -un adjetivo que Juan Benet solía aplicar en singular a Antonio Martínez Sarrión- Clara Janés distingue dos grupos: el representado por Esmail Shahrudí, Kasraí, Sayeh y Ahmad Shamlu, y el que, con postmodernidad al golpe de estado de 1953, encarnan Fereydun Moshirí, Nosrat Rahmaní, Mehdi Ajavan Sales, Mohammad Soharí, Maftún, Nader Naderpur y Soharab Sepehrí. De éste último, nacido en 1928 y muerto en 1980, ofrece una muestra de lo que su poética es en sí: un sistema enumerativo, que recuerda la forma del versículo bíblico y que canaliza un tipo de poema-río, en el que el centro parece desplazarse a los extremos y éstos, volver a su sístole y diástole inicial. Un juego de espejos magmático y magnético es la base de "Los pasos del agua", el texto que aquí lo representa y cuya versión es -y hay que decirlo- magistral. "Soy de Kashán. / No me va mal del todo" son los versos con que comienza un monólogo dramático cuyo desarrollo se amplía en una imprevista sucesión de tonos y registros que focalizan diversos aspectos de la vida y proyectan visiones de una absoluta singularidad. Sohrab Sepehrí es todo un hallazgo, y su poesía, digna de una selección exenta que nos lo muestre en una representación más amplia que dé exacta cuenta de su inquietante profundidad.

Cierra esta antología Ahmud Shamlú, nacido en 1925 y traductor de Lorca, que es el poeta más reconocido hoy en su país. Su escritura, más europea y occidental que la de los dos anteriores, corresponde a un poeta del tiempo y del amor, muy bien representado aquí en los poemas "El jardín de los espejos", "Lugar de encuentro", "Resurrección" y "Bamdad", donde explica su origen y mestizaje: "Mi nombre es árabe / el nombre de mi tribu es turco / mi apodo es persa". Clara Janés, Sahán y Ahmad Taherí han hecho una antología, que es a la vez una especie de historia y que ilumina un territorio de escritura al que no siempre resulta fácil acceder. Ellos han abierto la ruta. Sólo por esto ya hay que darles las gracias.