Image: Poemas escogidos

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Poesía

Poemas escogidos

Henri Michaux

28 febrero, 2001 01:00

Traducción de Julia Escobar. Visor. Madrid, 2001. 125 páginas, 950 pesetas

¿Poeta, Michaux? Nada convencional. Poeta a contrapelo, lleno de dulzura y de asperezas, viajero por todas partes en un interior que termina estallando en Universo... Michaux, tan lejano a la vulgaridad, siempre secretísimo

Siempre inclasificable y buscadamente "raro", Henri Michaux (nacido en 1899 y muerto a los ochenta y cinco años) fue un humano que se sintió extraño ante los humanos y quiso aspirar a otros límites y otras fronteras. En realidad toda su obra -es preciso repetir, y suele hacerse, el adjetivo "inclasificable"- no es sino un intento, por vía de la hondura, de explorar los conceptos de límite y de frontera, para ir más lejos...

Nacido en Bélgica y nacionalizado francés en 1955, la presente antología se abre con unas "Notas autobiográficas" que redactó Michaux a finales de los años cincuenta. No llaman en ella la atención los datos, sino algunos sucintos comentarios. A fines de 1921 dice estar en Marsella y señala: "Cima en la curva de la desesperación". En 1929 agrega que viaja a Turquía, Italia y el áfrica del Norte y añade: "Viaja contra". Ahí tenemos ya el estilo y la trayectoria de Henri Michaux, que buscó un pseudónimo sin encontrarlo. Porque toda la vida de Michaux (también conocido como pintor, después de la Segunda Guerra Mundial) es un viaje en la realidad y con la palabra. Primero un viaje físico hacia lo diferente, y después un viaje mental con sustancias alucinógenas y con la búsqueda (que puede bordear el panteísmo) de la allendidad.

Incluso para los lectores franceses, Michaux ha sido más prosista que poeta. Aunque un prosista que buceaba de continuo en los dominios de lo lírico o de lo raro. Ecuador (1929) es su primer libro de viajes. Pero quizá el más famoso (traducido al español por Jorge Luis Borges, en su primera edición) fue Un bárbaro en Asia, de 1930. Huyendo siempre de lo convencional y de lo cotidiano, Michaux se lanza a explorar las drogas psicotrópicas con Miserable milagro (1956) -sobre la mescalina- al que siguieron títulos que aclaran su permanente inquietud: El infinito turbulento o Conocimiento a través de los abismos, en 1961...

Naturalmente Michaux tuvo contacto con el surrealismo pero (como Antonin Artaud, aunque de muy otro modo) rebotaría enseguida contra la ortodoxia bretoniana. Verdadero exilado interior, la poesía de Michaux (a veces rítmica y sugestiva de sonidos, a veces con fragmentos voluntariamente rotos) se desliza entre el verso libre y la prosa de apariencia narrativa, mezclando también lo fantástico y una allendidad que, como antes insinué, se avecina a la mística. Léase, si no, el amplio poema "Hacia la plenitud", uno de los más bellos del libro que voy a comentar. Pues estos Poemas escogidos forman una antología cronológica de la labor lírica de Michaux entre 1927 y 1973.

Al principio, Henri Michaux es el hombre que se siente extraño y busca lo extraño para identificarse y también para trascenderlo. Aburrido y dolido de esta realidad, Michaux (con los emblemas clásicos de la noche y la muerte) busca otra realidad, que a veces toma las apariencias del viaje a un mundo distinto. Así en Le escribo desde un país lejano o en los varios poemas de En el país de la magia, que se dirían tocados por aspectos de la tradicional literatura fantástica.

A partir de los mediados 40 (digamos aquí desde el poema "Tahavi"), Michaux se adentra en una lírica que ronda la celebración del panteísmo ("Los miles de dioses") o el recuerdo de un budismo ("Yantra") que deshace las contradicciones, permitiendo ser todo y nada, príncipe de la noche, "nada" pero "más grande que un templo/ más puro que un dios"...

¿Poeta, Michaux? Nada convencional. Poeta a contrapelo, lleno de dulzura y de asperezas, viajero por todas partes en un interior que termina estallando en Universo... Michaux, tan lejano a la corrección y a la vulgaridad, siempre secretísimo.