Image: Recogimiento (1940-2000)

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Poesía

Recogimiento (1940-2000)

Pablo garcía Baena

11 abril, 2001 02:00

Ayuntamiento de Málaga. 2001. 449 páginas

García Baena es un gran poeta y es un poeta virtuoso y menor, que gusta de esconder su desolación tras una deslumbrante armadura verbal. Su verdad íntima tiene más de cristiano estoicismo que de pagano hedonismo

Ciertos malos modos de la crítica literaria española resultan muy patentes en el prólogo, nada desdeñable, de Fernando Ortiz a esta poesía completa de García Baena. ¿Es posible elogiar a un poeta sin arremeter contra otros? Parece que no. "Por fortuna -escribe Ortiz-, en la Córdoba de la posguerra no había celayas que impidieran ver el bosque". Pues si no los había, los poetas de Cántico -menos maniqueos que sus estudiosos- se apresuraron a buscarlos; ya en la primera etapa de la revista nos encontramos con la colaboración de Celaya, de un Celaya, por cierto, que nada tiene que ver con el tópico que quiere reducirle a poeta social.

El prólogo de Fernando Ortiz, que parece hecho de recortes no bien ensamblados, habría necesitado una revisión. Tras el ritual ataque a Castellet, nos dice que, en su antología Veinte años de poesía española, 1939-1959, el único poeta andaluz antologado es Caballero Bonald; eso sólo es cierto si no consideramos andaluces a Cano, Rosales, Alberti, Aleixandre... Habla también de libros omitidos en esta edición de la poesía de García Baena -Almoneda, Gozos para la navidad de Vicente Núñez- y remite, para poder leerlos, a la Poesía completa de Visor. Pero esos libros se incluyen en Recogimiento. No se incluyen, en cambio, los siete poemas "de un libro inédito en preparación", que nos mostraban la última fase del poeta, más irónica y sobria, no menos magistral. Una nota a la edición que explique esas y otras cuestiones resulta imprescindible.

García Baena es un gran poeta y es un poeta virtuoso y menor. En su primer libro, Rumor oculto, de 1945, incurre en todo lo que se ha achacado a los garcilasistas: evasión y formalismo, ejercicios vacíos, vacuo sonsonete. Pero ya asoma su voz en "Tentación en el aire", tan demorado y cernudiano. Los dos títulos fundamentales de la etapa inicial de García Baena son Antiguo muchacho (1950) y Junio (1957). Algo debe el primero a los modos realistas que entonces comenzaban a predominar. Junio es un hermoso, y a ratos algo enfático, cancionero amoroso. En los otros libros de esta primera época, el juvenil Mientras cantan los pájaros y el penitencial óleo, hay también poemas espléndidos, como el tantas veces citado "Palacio del cinematógrafo".

Dos libros integran la segunda etapa de la poesía de García Baena, Antes que el tiempo acabe (1978) y Fieles guirnaldas fugitivas (1990). Los poemas del primero se comienzan a escribir tras la eclosión novísima que vierte nueva luz admirativa sobre sus viejos libros. Se ha hablado mucho de lo que de precursores del culturalismo y el esteticismo de los años setenta tienen los poetas de Cántico; se ha hablado menos de lo que ciertos poetas que surgen por entonces influyen en los poetas de Cántico. Sin la poesía de Villena -que le quita esfumatos y veladuras al amor que no se atrevía a decir su nombre- no resultan explicables los disparates últimos de Julio Aumente ni tampoco las "Tres voces del verano", de García Baena: "No era el amor y se llamaba Antonio", comienza "Bobby". Antes que el tiempo acabe es quizá el gran libro de madurez de Pablo García Baena; en él están todo su mundo, todas sus obsesiones, toda su maestría retórica puesta al servicio de una verdad íntima que tiene más de cristiano estoicismo que de pagano hedonismo. Fieles guirnaldas fugitivas es un libro menos coherente, más hecho de retazos. Poesía de circunstancias en muchos casos, trabajosos encargos, amicales ofrendas, pero también alguna obra maestra, en el tono recamado y magnífico que le es propio, o en otro, con más humor e intimidad, que parece señalar un nuevo camino por el que tímidamente se aventura el oficioso poeta laureado de los reinos de taifas andalusíes en que se ha convertido García Baena.

A la vez que prescinde del anticipo de un nuevo libro que incluía la anterior edición de la poesía completa, añade Recogimiento los poemas en prosa -toda la prosa de García Baena está muy cerca, para bien y para mal, del poema- de Calendario (1992); un poema no recogido antes en libro, "óleo", y otro inédito y reciente, "Arca de lágrimas", un buen ejemplo de la especial poesía religiosa -rito y mito- tan característica de García Baena, poeta que gusta de esconder su desolación tras una preciosista, recamada, deslumbrante armadura verbal.