Image: En mares no nacidos. Obra selecta (1916-1931)

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Poesía

En mares no nacidos. Obra selecta (1916-1931)

Vicente Huidobro

25 abril, 2001 02:00

Introducción de Saúl Yurkievich. Círculo de Lectores. Barcelona. 2001. 304 páginas, 2.300 pesetas

La profunda influencia que ejerce Vicente Huidobro en el ámbito de la poesía en lengua española no ha de suponer descubrimiento alguno. El escritor chileno (1983-1948) protagonizó el cambio más radical de la vanguardia en nuestra lengua. En este cuidado volumen se reúnen algunos de sus libros más emblemáticos: Adán (1916), El espejo de agua (1916), Ecuatorial (1918), Poemas árticos (1918), Altazor (1931) y Temblor de cielo (1931). Constituyen la zona más destacada de las dos primeras fases de su producción. La última, en Chile, restará apenas divulgada. Pero sus últimas producciones, nada desdeñables, constituyen sus libros: Ver y palpar (1941), El ciudadano del olvido (1941) y su producción recopilada póstumamente, últimos poemas (1948), casi desconocidos en España, donde se ha prestado atención única a Altazor y a Temblor de cielo, aunque buena parte de su producción más rupturista apareciera en sus primeras ediciones precisamente entre nosotros.
La introducción "Cuanto miren los ojos creado sea" ha corrido a cargo de un excelente conocedor de su obra, el poeta, crítico y profesor argentino Saúl Yurkievich. Alejado del lenguaje crítico académico tradicional, ofrece, con su habitual intuición y placer por la síntesis y el lenguaje crítico especulativo y creador, el significado de la etapa creacionista de Huidobro (próximo a poetas españoles como Gerardo Diego, Larrea y pintores cubistas, como Juan Gris, con quien intimó en París). Este "fundador", en palabras del crítico: "inaugura en la literatura de lengua española la era de los manifiestos [...] Quizá Huidobro fuese el primero y único poeta creacionista...". Sin embargo, deberá admitir que fracasa en su intento de expandir el movimiento más allá del ámbito de la lengua, salvo las ya estudiadas y discutidas coincidencias con Reverdy.

Huidobro nace del modernismo y lo practica con matices, porque al tiempo de sus primeras publicaciones, aparece ya el conocido manifiesto "Non serviam", en el que se opondrá a la fiel y realista reproducción de la madre Naturaleza. El período acotado en este volumen coincide con uno de los momentos más creadores del arte europeo. Bien es verdad que la I Guerra Mundial hará callar a uno de los grandes de la poesía francesa, Apollinaire, con quien coincidirá Huidobro en más de un aspecto; pero su tardía especulación dadaísta -la incomunicación- quedará reflejada e integrada en Altazor, el gran libro de la renovación y de la autodestrucción del lenguaje poético, del sentido de la palabra, de la voluntad consciente del sinsentido. En verdad no era posible ir ya más lejos. En El espejo del agua, advierte Yurkievich: "Huidobro alcanza una libertad de asociación, una osadía metafórica hasta entonces no igualadas por la poesía en lengua castellana".

Yurkievich dedica mayor atención a los textos menos conocidos de esta segunda etapa creacionista. Este es el camino que ha de conducir hasta Altazor. El crítico se ha ocupado ya en diversas oportunidades del mismo. Tal vez por esta razón el análisis es más sumario que la descripción del itinerario anterior. La bibliografía crítica sobre Huidobro y sobre el creacionismo es amplia y en los últimos años, rigurosa.

Se ha reunido en estas páginas parte de la poesía más renovadora del pasado siglo, sólo comparable, en cuanto a influencia, a la de Rubén Darío. Pero resta, asimismo, otra veta menos audaz y provocativa, más reflexiva. En todo caso, Huidobro, como otros poetas fundamentales de la lengua, carece de unas Obras Completas distribuidas con eficacia en el ámbito de la lengua. Las ediciones chilenas de Zig-Zag o Andrés Bello llegaron no sin dificultades a los lectores interesados, a las bibliotecas o a los especialistas.