Poesía

Flora brutal

TASOS DENEGRIS

2 mayo, 2001 02:00

Traducción de Pedro Mateo. Diputación de Málaga. 2000. 106 páginas, 1.872 pesetas

Tasos Denegris (Atenas, 1934) es -como indica el poeta peruano Carlos Germán Belli- "una expresión lírica" que sintetiza modos de poetizar propios de la escritura del siglo XX. Pedro Mateo ha optado por ofrecer una imagen orgánica de él y, para ello, ha seleccionado poemas de sus libros publicados entre 1975 y 1999 -Muerte en la Plaza Káningos, La Sangre del lobo, Azufre y apoteosis, De repente, El Estado de las cosas, El espíritu de la defensa- y ha incluido la traducción de dos inéditos.

La poesía de Denegris empieza como crítica social -como testimonia su poema "Vía Sacra"(1952); pasa por un período hermético, del que es prueba su ungarettiano "Caballo blanco"; y desemboca en una forma de neorrealismo, en "El ejemplo de Leonardo". En los años 60 gira hacia una economía extrema, representada en "El equilibrio se mantiene", y hacia un poema, casi passoliniano, en el que las referencias cultas sirven de cauce a la crítica moral. En los 70 hace crisis y tiende hacia una escritura concentrada, en la que la tensión constituye su fuerza y en la que realiza un análisis de las impresiones ("El cielo era lo que mejor/hay en el amarillo"), y somete el poema a un proceso de visualización. Le interesan ahora las terribles ideas, a las que llama los secretos del mundo, e introduce en sus poemas un dinamismo que los desarrolla mediante una nueva instancia de discurso: "Mi jefe muerto" recuerda otro, muy similar, de García Nieto y "Polifónico" abre su escritura a una extraña simbiosis de paisaje y de crítica, en la que las imágenes son algo más que impresiones y en la que se analiza la condición misma de lo fugaz. De repente (1985) continua esta línea y la enriquece con otra moderna reflexión: la que tematizan "Los ángeles" y "Postwa""; le añade un sentido elegíaco en "Descendiendo", un poema cuyos dos últimos versos el lector relacionará con un episodio narrado en el primer tomo de memorias de Martínez Sarrión; deriva en "La fealdad de un día" hacia lo apocalíptico y, en "La evolución del paisaje", hacia un sentimiento que podríamos llamar ecológico. En los 80 Denegris ensaya otras formas de expresión: "Sin título" recuerda a Dylan Thomas; "La otra versión" entronca con el culturalismo veneciano; y "Calle Crisóstomos de Esmirna" es un canto a la cotidianeidad que no renuncia a la crónica urbana. Más innovador, "Los barones de los hospitales" es uno de los mejores textos de Denegris tanto por el tema tratado como por el proceso y desarrollo que le da: objetiva en él una experiencia, en la que el lector puede reconocerse, y habla desde una persona poemática que es la del coro griego y la de la colectividad. La última fase de Denegris es más delgada en la escritura y más nihilista a la vez: parte de una depauperación de sus intenciones, invita a un merodeo por el cielo y expone lo que puede considerarse su poética: "Destilación del paisaje", otro texto mayor, que da la dimensión de este poeta que al cielo solamente se doblega y que ha hecho de la sátira su máximo punto de ignición. Pedro Mateo lo ha seleccionado mejor que traducido: hay algo sintácticamente incomprensible en la 61. Pero su versión nos acerca a un poeta griego moderno que es un hallazgo.