Poesía

Postludio

GOTTFRIED BENN

23 mayo, 2001 02:00

Prólogo y traducción de Eustaquio Barjau. Pre-Textos. Valencia, 2001. 87 páginas, 1.850 pesetas

El expresionista de su juventud cede al gran poeta de la madurez. El yo de Benn es un yo lírico, moral, que se enfrenta tanto a la realidad como a sí mismo

El último Benn -el de Fragmente (1951), Destillationen (1953) y Après-lude (1955)- es tal vez hoy el más interesante, porque es el más nihilista también. Su nihilismo se manifiesta ahora de otro modo, que, sin renunciar a su singular uso del lenguaje, tematiza cuestiones más directas y próximas a la realidad: da un giro hacia el estilo hablado y practica la crítica moral. El sentimiento se vuelve más explícito y muchos de sus poemas pueden leerse como descripciones poéticas de estados de ánimo, en las que el médico que Benn nunca dejó de ser aparece en una clave lírica y el paciente que es él resulta por sí mismo analizado. Esta doble vida del yo -que constituye el núcleo de toda la escritura benniana- aparece aquí objetivada en una serie muy concreta de textos en los que está el Benn más intenso y mejor: el que, aún siendo "extraño a la locura de las realidades", no deja de vivir en contacto con ellas, y en constante fricción. Este Benn es profundo precisamente porque no es patético: reconoce que todo confluye en él desde la nada y contrapone los cambios del yo a lo permanente de la naturaleza y abre su discurso a un tipo de monólogo que subyuga al lector.

Barjau ha sabido encontrar la instancia lingöística apropiada. Sólo en ocasiones podría mejorarse una estrofa o un verso, como el segundo del primer poema, en el que habría sido más fiel haber optado por semi-imagen, semicálculo, semipalabra en vez de palabra, imagen, cálculo -a medias; o en los prefijos que Barjau no siempre respeta; o en los adverbios que aquí se elimina; o en arpegios (p. 54) que se ha dejado sin traducir. Pero estos detalles no desmerecen el buen hacer de quien ha sido su mejor traductor hasta la fecha. Barjau ha conseguido darnos un Benn practicable, en el que la sintaxis y las metáforas se entienden tanto como su oscuridad. El cambio del último Benn estriba en un desplazamiento hacia lo cotidiano y en una ampliación de los registros de su voz: en la adopción de un tono, que es una postura, y en el modo de enunciar la relación del mundo con su yo: "¿hasta dónde puedes practicar tu yo?" se pregunta en el tercer movimiento de "Dejó la casa...". "Melancholie" es el primer poema en que su autor acota esto: en él no sólo hay un tímido esbozo de un tipo de agonía muy cercana a la vivencia de Dios y de lo religioso sino también un desarrollo de su escritura hacia lo confesional. "Broadway canta y baila" -una crítica de la creciente americanización de la sociedad alemana en la postguerra- ensaya un tipo de poema parecido a algunos del ángel González de Tratado de urbanismo, y "En parte-En parte" es un poema autobiográfico sobre la que mueve presente y pasado al ritmo y al compás de la memoria.

Postludio es un testamento: constituye la última palabra de un poeta que aquí se enfrenta tanto a su propio pasado como a sus no menos difíciles presente y porvenir. El yo de Benn es un yo lírico, un yo moral que se enfrenta tanto a la realidad como a sí mismo y que tiene demasiadas preguntas a las que no sabe y no puede contentar. Benn aquí se arrastra esperando que las horas lo lleven hasta junio, al tiempo que, estoicamente, se exhorta en el poema que da título al libro, a sumergirse y a aprender. Como Aleixandre en Poemas de la Consumación, Benn da aquí un paso hacia adelante. El expresionista de su juventud cede al gran poeta de la madurez. Georg Rudolf Lind dijo que sin Benn, no habría sido posible su generación: la de Hüllerer, Röhmkorf y Enzensberger. La poesía última de Benn sintetiza una experiencia histórica concreta que, según Hohendahl, puede identificarse con el fracaso y decepción de la inteligencia. En ello está su contemporaneidad.