Poesía

La musa inclemente

Juan Gustavo Cobo Borda

11 julio, 2001 02:00

Tusquets. Barcelona, 2001. 106 páginas, 1.500 pesetas

El nombre de Juan Gustavo Cobo Borda (Bogotá, 1948) seguirá asociado para los amantes o conocedores de la literatura hispanoamericana al de la revista Eco, que dirigió con acierto durante más de una década, pero su obra poética era hasta hoy casi ignorada en España. Lo mismo ocurre con la de otros valiosos poetas hispanoamericanos de su promoción.

Cobo Borda ha disfrutado, asimismo, de diversos cargos diplomáticos. Su actividad literaria se ha orientado hacia géneros minoritarios: poesía y ensayo. Su primer libro de poemas apareció en 1974, Consejos para sobrevivir, al que han seguido títulos como Todos los poetas son santos (1987) o Dibujos hechos al azar de lugares que cruzaron mis ojos (1991). De su labor ensayística cabe destacar una Antología de la poesía hispanoamericana (1985), que vio la luz en FCE y provocó las naturales, en esta clase de trabajos, reacciones encontradas. Otros títulos son: Para llegar a García Márquez (1997) y Borges enamorado (1999).

La musa inclemente está formado por una breve primera parte, inspirada en un viaje a Grecia -con sus correspondientes alusiones a mitos, cultura y paisajes helenos- y un amplio repertorio de varia inspiración, aunque permite reconocer la voz del poeta en un ámbito en la que se interioriza. Así en "Ulises vuelve a casa" podemos adivinar al "yo" protagonista: "Arrugas en tu cuello/ mientras un remoto hálito a tabaco/ marca piel y labios". Sobria en su expresión, la poesía de Cobo Borda renuncia a la imaginería brillante, salvo en ocasiones, en una adjetivación excesiva (guiños culturalistas, más innecesarios).

Pero a medida que nos adentramos en el volumen elige el poeta una expresión más desnuda, más coloquial y directa. El paso del tiempo, el amor, el erotismo extremado, el sentido de un paisaje urbano, la autocrítica, las situaciones cotidianas constituyen temas que vendrían a coincidir con los que descubrimos en determinada poesía española actual. Pero el poeta, como apuntábamos, ha descubierto ya el tono, la voz identificable, la que identifica un conjunto de dispersas impresiones y consigue, especialmente en los poemas más breves, una especial intensidad, como en "Estado de gracia". El sustantivo destierra la adjetivación, salvo cuando resulta imprescindible, pese a su condición de previsible. Uno de sus poemas, "La actriz y el poeta", está elaborado con versos extremadamente largos y "El artista y su modelo" se convierte ya en prosa, casi un relato, aunque mantiene el necesario ritmo interno. Declaradamente erótico es "En la desgarradura". Aquí se atreve a desvelar el ejercicio amoroso, como en "Tortura", pero incluso en esta clase de poemas descubriremos inquietantes reflexiones: "En la desazón/de quien se sabe sin alma/ cuando no la halla".

Hemos aludido ya a la autocrítica. No falta ni siquiera la reflexión sobre la propia obra, observada con extremado e injusto rigor en "Un mal día": "De tanto afán, entrega, encanto; de tanto fuego, promesas, raptos/no subsistirán ni estos versos malos./Insulsos como como charla de abogados", que contienen algo más que una autocrítica poética. La musa inclemente nos revela la última producción de un poeta que merece tomarse en consideración, una voz identificable en el panorama hispanoamericano, la de alguien que ha estado próximo a nosotros por otras razones, aunque lamentablemente ignorado hasta hoy. Confiemos en que tras esta primera y tardía salida al ámbito español sigan otros libros suyos que nos permitan disfrutar de una poesía sobria y singular en las antípodas del exotismo.