Image: El mapa de América

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Poesía

El mapa de América

PABLO GARCÍA CASADO

31 octubre, 2001 01:00

DVD. Barcelona, 2001. 46 PÁGINAS, 1.100 pesetas

Nada más negativo para un joven poeta que el éxito excesivo de su primer libro. Tras el fervor con que fue acogido Las afueras (1997), García Casado corre el riesgo de quedar preso de los rasgos más externos de su estilo, de las supuestas novedades que aportaba a la poesía española. A quienes gustaron de Las afueras no les defraudará El mapa de América. Los poemas siguen siendo breves, narrativos; siguen contando, o sugiriendo, una historia. Pero las historias que ahora se nos cuentan no transcurren en las afueras de una pequeña ciudad española, no están protagonizadas por estudiantes que aún viven con los padres y preparan oposiciones o por quienes inician la vida de pareja; también la sordidez y el feísmo se han atenuado.

El mapa de América nos habla de una América que está menos en el mapa que en el cine y en ciertos libros. Las carreteras interminables, los moteles, las prostitutas "de corpiño rojo" no tienen connotación realista, quieren ser sólo símbolos, convencionales escenarios de la desolación del hombre.

Recientemente, en la revista El Ciervo, ha analizado García Casado el proceso de escritura de uno de sus poemas, "Garner, NC". Se trata de un proceso "lento y complejo", que parte de una obsesión y en el que tiene mucha importancia la selección de aquellos "detalles significativos capaces de explicar por sí mismos los estados de ánimo que se ponían en juego" (su función sería la de proporcionar "plasticidad y credibilidad a lo que se está contando").

García Casado se enfrenta a sus poemas menos como un poeta que como un hábil narrador, muy consciente de sus recursos. En los mejores poemas de El mapa de América acierta a encerrar toda la desolación y el fracaso de una vida en unos pocos versos; no nos importa entonces lo convencional de los decorados: tres o cuatro detalles seleccionados con minucia artesana y con instinto de buen narrador le bastan para darnos una sensación de verdad, y eso es lo único que cuenta.

Pero abundan los casos en que la fórmula no acaba de funcionar, y el presunto poema se queda en una nadería. Leyendo El mapa de América tenemos a veces la impresión de encontrarnos ante un libro epigonal, la obra de un poeta que se esfuerza en aprovechar todo el jugo de unos recursos que ya ha explotado ampliamente en su obra anterior.

Un poeta puede pasarse la vida pagando el éxito desmesurado de su primer libro. Le ocurrió a Blanca Andreu, es posible que le ocurra a Carmen Jodra, de alguna manera le ocurre a García Casado: los elogios a Las afueras le han hecho rehén de una fórmula. Si no acierta a escapar de ella, puede quedarse en poeta de un único libro con sucesivos apéndices de decreciente interés.