Image: Breve historia de la música

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Poesía

Breve historia de la música

Eduardo Chirinos

28 noviembre, 2001 01:00

I Premio Casa de América. Visor, 2001. 78 páginas, 1.000 pesetas


No es desconocido en España el peruano Eduardo Chirinos (Lima, 1960), al contrario de lo que suele ocurrir con los poetas hispanoamericanos de su generación (e incluso de generaciones anteriores). Aquí ha publicado varios de sus libros y, sobre todo, la excelente selección antológica Naufragio de los días (Renacimiento), al cuidado de Vicente Tortajada. En ella demuestra que no es un poeta monocorde, que domina el poema histórico y el poema irónico, el apunte cotidiano y la libertad imaginativa del surrealismo.

Breve historia de la música es un libro de título engañoso, como indica el propio autor en el prólogo, "pues no se trata en rigor de contar una historia de la música, ni mucho menos de reproducirla mediante palabras". La historia de la música sirve sólo para estructurar el volumen, cuyos poemas se disponen de acuerdo con el orden cronológico de los poemas en los que se inspiran.

La primera parte se corresponde, aproximadamente, con lo que podríamos llamar música antigua. Los poemas adoptan un aire neopopulista: "Con el dedo recorrí/mil de-siertos y comarcas/Con mis ojos los mares/donde navegan las barcas". El riesgo del pastiche se encuentra muy próximo. Buen lector de los cancioneros medievales y renacentistas, Eduardo Chirinos trata de reproducir su aire de misterio y su elíptico dramatismo.

A lo que tópicamente suele denominarse música clásica se dedica la parte segunda. Las piezas musicales que dan origen a los poemas son de Bach, Vivaldi, Handel, Mozart, Chopin... Cambia la historia y la escenografía, pero no suele cambiar el ritmo de los textos. Los poemas de Chirinos vienen de la música, pero no aspiran a volver a ella, al contrario que la poesía simbolista. El "Bradenburgishe Konzert n° 2", de Bach, contrapone un mundo de angelotes y duquesas a otro de pulgas y mendigos y noches "en vela junto al órgano": "Al fondo el frío/ el duro clavecín/ las flautas/los oboes/ cuánta miseria cubren/ cuánto dolor humano".

Entrecortadas historias, entrevistas escenografías, ciertos toques irracionales, de vez en cuando una imagen audaz, casi greguería: "El aullido de un perro/corta la nieve/ con su tijera de plata". Algunas veces el poema se acerca a la estilizada caricatura, como ocurre con el manido "För Elise", deliberada enumeración de tópicos del más trasnochado romanticismo que termina, sin embargo, con una alusión a Garcilaso: "Elisa, vida mía".
Al siglo XX, de Sibelius a John Cage, se dedica la tercera parte. El Nueva York ultraísta de los años veinte está muy adecuadamente reflejado en "Rhapsody in blue", más cerca de Alberti que de Lorca: "Neoyorquina noche dorada/Rector´s champaña foxtrot/ en Times Square bailan los negros/ un son de piano y saxofón". La música de Erik Satie aproxima a Chirinos a los tópicos de cierta poesía minimalista que ha sentido, como buena parte del arte contemporáneo, la tentación del silencio: "sobre un papel en blanco/ palabra silencio palabra". El poema termina, muy adecuadamente, "sin nada que decir/sin nada/ que decir/ sin nada/ que decir/ sin nada".

Breve historia de la música es un libro quizá excesivamente deliberado, demasiado programático. A un puñado de poemas evocativos y misteriosos, que son algo más que ilustraciones verbales de ciertas piezas musicales, que no necesitan de la música para ejercer toda su capacidad de sugerencia, se añaden otros que parecen forzados ejercicios, intentos deliberados de no dejar demasiadas lagunas en un falso manual, en una breve historia que no pretende ser -cito de nuevo el prólogo- sino "un entramado de historias que la música nos cuenta a aquellos que siempre la queremos escuchar".