Satán dice
SHARON OLDS
28 noviembre, 2001 01:00El Satán al que alude el título (y el primer poema del libro, que hace de prólogo) es el Satán de la rebelión, no el terrorífico de los infiernos medievales; el de la insumisión y la protesta que empuja a la mujer a decirlo todo, a expresar su desgarro, su ira, su áspero aprendizaje de una vida nueva. Libro autobiográfico, que aunque quiere sentirse en la línea de Adrienne Rich o de Anne Sexton, no deja de invocar la fuerza primigenia de Whitman, Satán dice es la contradictoria historia de la liberación de una nujer que logra ser escritora a los 37 años, tras haber sido hija sometida -y fascinada por la brutalidad del padre- en una familia antigua y puritana, esposa de un marido con el que tuvo hijos pero con quien no temrinó de ser feliz (un marido demasiado consuetudinario para una mujer muy nueva) y finalmente madre de esos hijos a los que quiere pero a los que teme constreñir o ahogar como aquellos padres de su infierno calvinista hicieron con ella.
La poesía está pues al servicio aquí del autoanálisis y de la búsqueda de verdades hondas, de esas tan hondas que frecuentemente no se suelen decir. Entremezclando el lenguaje cotidiano, las metáforas más largas, y una clara voluntad de exorcismo, los poemas de Satán dice son como sondas en un pozo oscuro del que sale un agua magnetizada, llena de fuerza, claridad y a veces cascotes del viejo derrumbe, en palabras o expresiones duras que no son la tónica del libro, pero a las que tampoco se tiene miedo, según ordena Satán. El libro se distribuye en cuatro partes cronológicas ("Hija", "Mujer", "Madre" y "Viaje", quizá la última la menos trabada) que resumen el aludido periplo vital de la autora, del que ha logrado -no sin lucha- desprenderse.
Quizá no es un libro perfecto Satán dice por demasiado magma energético, pero tiene muchos poemas duros, sobresalientes y nuevos, que marcan un autobiografismo de hondura y claridad al que la poesía no ha sido tan propensa como la prosa, y ello naturalmente, sin perder nunca el estricto lenguaje poético. "Fósil de amor" es un retrato ávido y execrado del padre. "La hija creciente", una visión materna en días de guerra, con un final muy aclaratorio: "Desde entonces/sería ante mi misa, la enemiga/de todo aquel que me impidiera crecer". El marido es comparado a las mariposas monarcas ("la belleza y el silencio de las grandes migraciones"); exalta la arrogancia por la maternidad, el horror y la fascinación del parto y el amor a la hija -el amor lleno de cuidados- en "No era capaz de decir". La edición es bilingöe y la traducción muy correcta. Duro, áspero, tierno, Satán dice se muestra como la destrucción de la vieja familia buscando el más natural amor.