Poesía

Poesía I y II

Ramón de Basterra

23 enero, 2002 01:00

Prólogo José Carlos Mainer. Fundación BSCH. Madrid, 2001. 299 y 316 páginas

Desde un punto de vista estrictamente literario, Ramón de Basterra (Bilbao, 1888-1928) no es sino un poeta postmodernista, uno de esos herederos que quisieron modernizar el modernismo, aligerándolo y volviéndolo más coloquial. Basterra introduce (contagio vanguardista) versos de tipo imagen de creación. Sin embargo el interés de Basterra reside en lo enrevesado de sus ideas político-poéticas, que lo vuelven uno de los iniciadores de cierto fascismo hispánico.

Basterra -que murió tras una crisis de locura, y tratamiento psiquiátrico en un sanatorio madrileño- amaba la singularidad de Vasconia, al tiempo que la veía como un atraso. Forjó una Escuela Romana del Pirineo (nebulosa la llama Mainer en su atinado prólogo) donde pretendía presentar el Pirineo como un faro de latinidad, origen de esa Castilla imperial de la que se sentía hijo vascongado. Para Basterra (lleno de nostalgias del Imperio Romano, y del Español) Roma lo era todo, y a ratos su Vasconia se le volvía un problema antirromano, igual que en otros momentos -vía los jesuitas, los ilustrados del XVIII- lo vasco se le hacía romano, como en "Loyola", que contrapone a Lutero, norte brutal y sensual, contra el meridiano espiritualista de Ignacio. El conflictivo y singular ideario de Basterra lo vuelve un escritor singular aunque algo tedioso.

Inicial discípulo de Unamuno -del que se distanció luego- el verso de Basterra, jugoso de retórica, es muchas veces excesivamente narrativo y a ratos duro, reiterativo y monótono. Es muy noble la idea de Mainer y Asín de publicar toda la poesía conocida de Basterra, incluyendo libros póstumos y su único drama en verso, Las alas de lino, pero para el lector no especialista una antología hubiese mejorado a Basterra. Su primer libro, Las ubres luminosas (1923) y el segundo -del mismo año- La sencillez de los seres, contrapuestos, contienen ya lo mejor del poeta. Luego vendrán aciertos aislados y mucha retórica y mucha largura. Influido -entre otros- por Valle-Inclán y Leopoldo Lugones, Ramón de Basterra raramente alcanzó esa cota. Es un curioso poeta de repentinos rayos y una neoclásica singularidad ideológica -digna de análisis- en el construido laberinto vasco.