Poesía

Para vivir un gran amor

Vinicius de Moraes

30 enero, 2002 01:00

Mondadori. Barcelona, 2001. 240 páginas, 13’22 euros

Cuenta Vinicius de Moraes en una de las crónicas agavilladas (junto a no pocos poemas) en este libro la historia de un ingenuo nuevo rico que hizo imprimir en sus tarjetas de visita: "Fulano de Tal, ex-pasajero del Cap Arcona". Y dice, tras descender de un barco, que también él podría poner en las suyas "ex-pasajero del Caravelle", o del Claude Bernard, a bordo del cual vio a la muerte, "misteriosa mariposa". Algo así es escribir una crónica, un poema: reconocerse uno mismo ex-pasajero de algunos de los muchos barcos a los que sube en esta vida. Vinicius es pasajero de la guitarra ("Entre los instrumentos musicales creados por la mano del hombre, sólo la guitarra es capaz de oír y de entender a la Luna"), del Hotel Nazionale de Florencia, de los cuadros de Gauguin y sus vahinés, de Rubém Braga, "experto en pajaritos", de la soledad, de la casa materna y, sobre todo, de los mil paisajes del amor.

Así define Vinicius de Moraes el oficio del cronista: "Se sienta delante de la máquina, enciende un cigarrillo, mira por la ventana y busca en lo más hondo de su imaginación un hecho cualquiera, preferiblemente elegido en el noticiario matutino, o en el de la víspera, en el que pueda insertar sangre nueva con sus artimañanas peculiares. Si no encuentra nada, le queda el recurso de mirar a su alrededor y esperar que, gracias a un proceso asociativo, surja de repente la crónica de los hechos y acontecimientos de su vida emocionalmente despertados por la concentración". Aunque lo cierto es que sus crónicas casi nunca dependen del noticiero, como no sea del noticiero del alma, ese que vemos cada noche en el cinematógrafo del sueño y del que nada recordamos al despertar.