Image: Inventos de la liebre de marzo

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Poesía

Inventos de la liebre de marzo

T. S. Eliot

6 febrero, 2002 01:00

Si el lector creía saberlo todo sobre Eliot, verá que no es así

Trad. Dámaso López. Visor. 175 págs., 8’41 euros. El libro de los gatos... Trad. R. Ortiz. Pre-textos. 83 págs., 11’12 euros

Todavía el viejo y educado T. S. Eliot (1888-1965), uno de los padres de la poesía moderna y sobrino favorito de Mr. Ezra Pound, que le aconsejó en el arte de tachar, todavía ese Eliot puede darnos sorpresas, que hablan de la pluralidad del verso y de la pluralidad de sus muchas actitudes. Sabíamos que el joven Tom Eliot (atravesando de América a Europa) tanteó entre influencias y agonías intelectuales, la poesía que habría de llevarle a ese poema defi- nitorio que es La tierra baldía (1922). De lo mucho que había hecho antes Eliot salvó tan sólo ese librito delicioso que es Profock y otras observaciones de 1917. Todo ello -espléndido- estaba ya en español y además repetido. En 1996 -en una sesuda edición llena de notas, que el traductor, con buen criterio, nos ha ahorrado- Christopher Ricks publicó un misterioso cuaderno (vendido por el propio Eliot a un coleccionista neoyorquino en 1922) que contiene muchos de los poemas o fragmentos poéticos que Eliot escribió por los mismos años de Prufock -es decir, antes de 1917- y que contiene además, alguna cosa suelta aún, anterior, claro, a 1922.

Este libro nuevo, que ha traducido y prologado con tino Dámaso López García, es Inventos de la liebre de marzo, título menos enigmático en inglés, ya que alude al personaje de Lewis Carroll en Alicia a través del espejo y a la expresión "estar más loco que una liebre de marzo", época en que las liebres, al parecer, entran en celo.

Algunos de esos Inventos (un Eliot que no conocíamos) son estupendos, cercanos a su particular imagismo, otros meros juegos o hasta simples fragmentos y un par de poemas, curiosidades eróticas con palabrotas, cierto antihispanismo y gotas coprófilas ("Estrofas de Colombo y Bolo"). Encontramos hasta tres esbozos -uno muy logrado ya- de lo que será la Canción de amor de J. Alfred Prufock, y algunos poemas casi redondos donde fulgura, con algo de hollín, ese tono característico del primer Eliot: lo cotidiano vulgar, trufado de pensamientos sincopados y preguntas y ansiedades metafísicas... "La vida del hombre es impotente y breve y oscura/Y no me es posible hacerla feliz". Además hay dos curiosidades escritas en francés -aceptable el soneto "Tristan Corbière- y siempre la constante preocupación de ese Tom Eliot que se gusta y se disgusta a un tiempo: "Calmaré estas exasperaciones románticas/Con mis convicciones clásicas". Resulta obvio por qué es Eliot un gran poeta, aunque este libro sólo sea su pórtico: hay en Inventos de la liebre de marzo poemas inseguros, débiles, no logrados, pero el tono Eliot, el toque Eliot (el estilo que iba a ser el mejor Eliot) se percibe ya en casi todos ellos. No en los eróticos, quizá, ni el pincel sado-gay de la Canción de amor de San Sebastián...

Acaso el T. S. Eliot cultísimo crítico y alto poeta (tras La tierra baldía y Función de la poesía y función de la crítica) decidió entonces, en su público papel de británico conservador moderno, abjurar de su veta poética más ruda o grosera. O decidió pasarla al incuestionado territorio infantil. Así se explicaría este otro Eliot (menor, aunque curioso y bien traducido por Regla Ortiz, que ha buscado dejar los inevitables soniquetes) de El libro de los gatos habilidosos del viejo Possum, publicado en 1939 -cuando ya Eliot era Eliot- como lúdico apaño de amor felino dedicado a los hijos de los dueños de la editorial Faber and Faber. Un Eliot gatófilo que presenta los nombres extravagantes de los gatos con similar tipología (pero gracia mayor) que los de los humanos. Possum, por cierto, es el mote (significa zarigöeya, mamífero nocturno y omnívoro) con el que el viejo Pound solía llamar al joven Tom Eliot, el de la liebre loca de marzo.

Si el lector español creía saberlo todo sobre Eliot, verá que no era así. Le faltaba un Eliot juguetón y otro obsceno -de puertas adentro- y el poeta que trabajaba y trabajaba (entre la angustia, el realismo, el simbolismo y la elipsis) para encontrar su voz, la otra voz de la mejor poesía moderna.