Image: Entre otros olvidos

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Poesía

Entre otros olvidos

José Antonio Muñoz Rojas

20 febrero, 2002 01:00

José Antonio Muñoz Rojas

Pre-textos. Valencia, 2002. 123 págs, 10’52 euros

Resulta admirable el vigor creativo con que José Antonio Muñoz Rojas, nacido en 1909, ha continuado una obra poética que se inició con Versos de retorno en 1929, un año escaso después de que Jorge Guillén publicara su primer Cántico.

Siete décadas más tarde, y después de una extensa producción en verso y también en prosa -Cuentos surrealistas, Las cosas del campo (1953), etc.-, el escritor de Antequera ha sorprendido a muchos lectores con libros tan espléndidos como La gran musaraña (1994), Historias de familia (2000) o los poemarios Objetos perdidos, que obtuvo el premio Nacional de Poesía de 1997 y Cantos a Rosa (1999), un libro de 1954 aumentado con una veintena de poemas escritos en los años 90.

Entre otros olvidos testimonia la persistencia de la fecunda senectud de este poeta. Sus 50 poemas tienden con buen pulso las redes del lenguaje al desvelamiento y a la sorpresa desde la altura de una conciencia plena de la realidad del ser humano bien ajustado a su mundo, no exenta ni de humor ni de melancolía. Con el pensamiento y los sentidos bien aguzados Muñoz Rojas vuelve sobre el tema de la memoria que dominaba en Objetos perdidos, aunque ahora no escribe sobre el olvido, pese al título, sino sobre los recuerdos, precisamente aquello de nuestro pasado que continúa viviendo en nosotros y que aflora en el contacto con los lugares y las cosas. Es este contacto con el ámbito vital (la casa siempre más vacía en contraste con un campo en fastuosa floración) el que propicia la intensidad de la memoria, que en todo encuentra vivos ecos de lo pasado y que por la percepción siempre renovada de la belleza establece una constante tensión entre la necesidad de seguir expresándose y la conciencia de la insuficiencia del lenguaje para cifrar el mundo: "ése, que a lo mejor soy yo,/ a lo mejor trataba/ de contar el sentimiento/ de esta tarde tan bella./ Como se sabe, inútilmente".

En torno a estos núcleos temáticos se organizan unos poemas aparentemente sencillos, que siempre dicen mucho más de lo que dicen y que por su contención logran a menudo implicarnos profundamente. La primera parte de Entre otros olvidos, "Cuestiones", reúne los poemas más abstractos en torno a la relación entre realidad y lenguaje insuficiente, hondos y certeros, marcados por la expresión de la alegría del seguir estando en el mundo. Varios homenajes, explícitos (a Fray Luis de León) o implícitos enriquecen el conjunto. Así, la variación sobre Pedro de Espinosa ("que cuanto no es Compañía es desierto y soledad") que, bajo el juego aliterativo, introduce una honda sugerencia moral.

En sintonía con el mejor Guillén, "Cuánto abril" se centra en la constatación de la luz que enciende la belleza elemental, cuya renovación estacional suscita el embobamiento, como dice el poeta, pero también la constante pregunta metafísica y los retornos del amor, la queja y la melancolía por esa otra soledad interior, más dura cuanto más hermoso nos llega el panorama del ámbito. "Olvidos" cierra el libro prolongando esto último con bellísimos poemas de amor y ausencia, de plenitud instantánea y de desolación, como el número 14 o como el que clausura el conjunto con la palabra clave: "Ven como sea, en la luz/de la mañana, en el primer vuelo/de cualquier pájaro de los que ahora/ mismo cruzan el cielo o se levantan/de la tierra./Ven como sea,/que esta hermosura de tarde/te necesita para su eternidad". Muñoz Rojas nos ha entregado uno de esos libros de cabecera para tantos momentos inexorables.