Image: Árboles en invierno

Image: Árboles en invierno

Poesía

Árboles en invierno

Silvia Plath

13 marzo, 2002 01:00

Trad. Manuel Ramos Chouza. Hiperión. Madrid, 2002. 134 págs, 10 euros

Fue, sin duda, una mujer que sufrió, y en algunos momentos (cerca del fin de su vida) una desesperada. Con la misma sensación de tristeza y desesperanza que pueden producir los árboles en invierno...

SIlvia Plath -recientemente separada de Ted Hughes, a quien intuimos que no perdonó- se suicidó en Londres el 11 de febrero de 1963. No llegó a cumplir los 31 años. Por ello sería injusto pedir madurez a la obra apasionada de Plath, a lo que publicó en vida en poesía (tan sólo el libro primero The Colossus, en 1960) ni a lo bastante que dejó inédito, y que ordenó (a veces contraviniendo sus deseos) el ex marido y padre de sus hijos, Ted Hughes, poeta huraño y notable.

árboles en invierno apareció en inglés en 1971 (siete años tras la muerte de su autora) y se supone que recoge lo último de su producción poética. Hay que diferenciar muy claro en este libro la primera parte (la titulada propiamente "árboles en invierno"), de la segunda, un poema radiofónico, "Tres mujeres (Poema para tres voces)", que aunque en edición minoritaria, existía ya en español, desde 1992. Este poema (emitido por la BBC, en 1962) parece un trabajo más pensado, si menos desasosegado, que los poemas de la parte primera, a la que le une el tema de la maternidad y de la condición femenina. "Tres mujeres" son las voces -unitarias y plurales- de la madre realizada en la maternidad, de la mujer que ha abortado (la sangre aparece en contumaz recurrencia a lo largo del libro) y finalmente la de otra mujer que teme ser madre y que nunca podrá hacerse cargo de sus hijos. Entrecruzadas, con momentos de mucha intensidad -"¿Puede la nada ser tan pródiga?" -uno ve a Plath en las tres voces. Su satisfacción y sus terrores, que se hacen mucho más evidentes en los poemas de la primera parte. Poemas de una mujer sola, abandonada y con niños, al borde de un abismo que desea y teme.

Entre lo cotidiano y lo simbólico, con propensión irracionalista, la desesperada Plath empieza el poema refiriéndose a algún objeto habitual o real para pasar enseguida a un desarrollo simbólico, lleno de pasión y a veces de desorden, donde el elemento masculino y paterno ocupa la parte dura y trágica. Napoleón, el hijo sin padre, el país legendario donde se hundió la felicidad... Símbolos y más símbolos, entre la luna brillante de angustia, y la desesperación de la mujer que ama a sus hijos pero que -desesperada, entonces- imagina que hubiera sido mejor no tenerlos (no parir), porque el desastre se cuece en ese sometimiento. Dirá en el último poema: "Oh, niño mimado que el mundo matará y se comerá". La poesía de Sylvia Plath es fuerte, poderosa e inmadura. Nada más natural, dada su historia, su calidad y su edad. Su éxitoestá muy ligado con el mito feminista que su temprano suicidio generó: una mártir exquisita (poeta muy bien dotada) de la condición femenina, esclavizada aún.