Image: Un ángulo me basta

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Poesía

Un ángulo me basta

Juan Antonio González Iglesias

7 noviembre, 2002 01:00

Juan Antonio González Iglesias. Foto: Leonor Benito

Visor. 70 págs, 6 euros

Clasicismo y cotidianidad se entremezclan en la poesía de González Iglesias. Su primer libro, La hermosura del héroe (1994), sorprendió por su capacidad de emular a Píndaro en el canto a las glorias del deporte y no volver la espalda a los rostros contemporáneos de Eros.

González Iglesias no sonaba epigonal, aunque tuviera detrás una larga tradición: escribía como escribirían hoy Catulo o Calímaco; sabe que en el humanismo bien entendido tanta importancia tiene la Biblioteca como el Gimnasio. Esto es mi cuerpo (1997) añade nuevos matices a esa poética. El poema se aproxima al ensayo y al mundo de la publicidad. No abandona su carácter hímnico, pero se hace más reflexivo a la vez que más cotidiano: los dioses están entre nosotros, los mitos leen tebeos. Algunos de los más memorables poemas de González Iglesias -poeta de la plenitud, de la felicidad carnal, Guillén y Whitman a un tiempo- están en este libro.

No continúa Un ángulo me basta esa línea ascendente. Contiene un puñado de poemas excelentes, pero también abundan los ejercicios manieristas, los borradores inanes. El desparpajo con que habla González Iglesias de sus amores sin los habituales eufemismos era una de sus marcas de identidad. Ahora se convierte un poco en caricatura.

A veces parece convencido Juan Antonio González Iglesias de que referise con claridad al amor entre hombres basta para salvar un poema. ¿Deja de ser una ingenua nadería la "Canción para el chico de mis sueños" por estar dedicada a un chico y no a una chica? Libro menor, de reiteración y búsqueda, pero no libro desdeñable Un ángulo me basta. Se trata de un libro de amor que no desdeña las convencionales declaraciones de amor y de un libro de rechazo a una sociedad de la apariencia y la opulencia. El poema "Francesco" describe al nuevo héroe de la poesía de González Iglesias. "Relajado./No jerárquico, ajeno/a las categorías./ Simple, indocto, desnudo/ sobre la nieve", comienza.

"Misántropo, ma non troppo" se retrata a sí mismo en uno de los poe-mas; "un epicúreo nada convencional", en la introducción y en otro poema: "Pocos entre los pocos, raros entre los raros,/filosóficamente nos sentimos muy solos". Pero al poeta que predica, razona sofísticamente y se pone como ejemplo, parece preferible el que canta, lleno de deslumbrada ternura, la hermosura del mundo, sus musas en ropa de deporte, el poeta de "Capoeira", "Selección española de gimnasia" o "El hombre que bucea". Porque nos había acostumbrado a mucho, defrauda quizá Un ángulo me basta. Se salva por su voluntad de abrir el campo del poema a materiales heterogéneos (erudición, publicidad) y celebrar la presencia del cuerpo y de la vida.